Esta mañana me subí hasta Miraflores, en plena sierra madrileña, a dar una conferencia en el curso de Periodismo Tecnológico organizado por El País e IBM al que Patricia Fernández de Lis tuvo el detalle de invitarme. Me pareció muy maja y con instalaciones muy cómodas la residencia que tiene allí la UAM, en la que no había estado nunca. En la conferencia hablé de las implicaciones del desarrollo tecnológico en el sector de los medios de comunicación, y al menos a mí me resultó enormemente interesante por las reacciones y por el coloquio que se generó después con invitados de la talla de Tomás Delclós (El País), Mildred Laya (Oracle) y varios alumnos del curso que plantearon preguntas verdaderamente buenas. Pero el punto vino cuando, en medio de mi charla, vi aparecer a Nacho Escolar, a quien no veía desde hacía unos meses, y que tenía su conferencia tras el coffee break, justo después de la mía. Aprovechando la ocasión, me quedé a oirle tanto a él como a Pere Rusiñol, de El País, y me pegué una de esas sesiones de recopilación de buenas ideas que vienen de vicio para refresar la neurona y que me recordaron lo brillante y convincente que Nacho resulta en público.
Comenzó la charla sobre el futuro de la prensa escrita con un dato escalofriante: en 1936, se vendían en España un total de tres millones de periódicos, justamente la misma cifra que hoy en día. Una España en guerra, con un nivel de pobreza elevado y un analfabetismo rampante compraba los mismos periódicos que hoy, con unos niveles de riqueza y bienestar elevados y un analfabetismo meramente residual. Más datos: en muchos casos, como en el de El Mundo, la edición electrónica del periódico supera enormemente en visitas a la circulación y audiencia del diario de papel (7.604.455 usuarios únicos frente a 412.000 ejemplares en promedio de tirada o 1.276.000 de audiencia, datos de OJD y EGM respectivamente), aunque la inversión publicitaria no soporta posible comparación: el suelo que soporta las redacciones digitales es muchísimo más fino que el que tienen debajo las redacciones tradicionales, y por tanto no puede soportar el peso de las mismas. Una prueba, su propio blog, que con una media de unas veinticinco mil visitas afirma que no le da para comer (aunque creo personalmente que ello se debe en gran medida a su obvia falta de interés por el mundo de la publicidad), mientras que el diario papel en el que trabaja, La Voz de Almería, vende unas setenta y cinco mil copias, aproximadamente el triple, y mantiene unos setenta sueldos. Con estas premisas, y el escalofriante dato de que algunos periódicos en papel han perdido en los últimos seis meses un volumen porcentual de lectores de más de dos dígitos, Nacho pintó un panorama muy oscuro para las grandes redacciones de los medios tradicionales, al tiempo que desgranaba errores como la decisión de El País de cerrar sus contenidos o uno mucho más reciente: el cese de Gumersindo Lafuente en El Mundo por las divergencias con la línea editorial de la edición papel. Nacho tocó también otros temas para mí interesantísimos, como las consecuencias del descenso en los costes de producción, el incremento de la atención y la bidireccionalidad de la relación con los lectores, la competencia en calidad entre amateurs y periodistas profesionales o, en un ejemplo que resultará seguramente interesante para mi chica, la denominada «dictadura del share» en medios como la televisión: como la proliferación de contenidos de baja calidad aleja de la televisión a un segmento de la población que se dirige hacia la «Tele-Mula», y ese efecto deja delante del tubo precisamente al segmento que más valora la tele-basura, convirtiendo el efecto en una evolución progresiva en el descenso de calidad.
Una conferencia muy, muy recomendable.
Estimado Enrique:
Solo quería puntualizar una cosa. No tiene la menor importancia, pero la residencia de Miraflores de la que hablas es de la UAM. Estuve allí hace poco en una escuela de verano que organiza la UAM.
Solo era eso.
Saludos y muchas gracias.
Muchas gracias, JJ. Me he colado. Lo corrijo.
Enrique, esos datos que citas de la OJD no son nada creíbles. ¿Te crees que pueden tener casi tantos «lectores únicos» como internautas hay en España? Difícil… además si mirasen los datos de Nielsen me parece que les daría unas cuatro veces menos. ¿No no? ;-)
Ricardo, yo la metodología de OJD me la miré por activa y por pasiva cuando utilicé sus datos para un tercio de mi tesis, y créeme que está bien estimada para ser lo que es, un análisis de logs, no un seguimiento de huella. Tiene fallos, como todo, y sobre todo algunos temas que pueden ser «retorcidos» y en los que existe una lucha entre los webmasters y la OJD por avanzar, pero son fiables. El dato que te despista del tamaño del mercado se debe, concretamente, a algo que en el sector duele especialmente: el fortísimo ascenso de El Mundo en lectores ubicados fuera de España. El Mundo se ha convertido en el periódico de referencia sobre España en Latinoamérica, un papel que desde luego antes era de otra conocida cabecera. El OJD puede, como te digo, tener fallos, pero esos fallos subestiman o sobreestiman a todos, salvo errores puntuales que no serían sostenibles en una serie temporal ya larga y prolongada como la que tenemos (desde el ’97).
¿No crees Enrique, que los periodicos digitales están aun muy lejos de entender lo que es Internet?.
Pienso que son en exceso «fotocopias» publicadas en una web del periódico de papel y no publicaciones que aprovechen las posibilidades que ofrece el medio.
Yo soy uno de esos de Tele-Mula. Jajajaja.
He estado un año entero que no podía ver mi programa favorito, REDES, de Eduardo Punset, y he podido ver algunos gracias a la Mula.
Si es que a algunos televidentes nos discrimina la propia televisión pública poniendo las emisiones de buenos programas a horas intempestivas y los programas basura en «prime time».
Enrique, coincidí con Mildred hace unos años, cuando ella trabajaba para Heyde, antes de que se incorporase al marketing y PR de Oracle. Me cayó bien, y hubiera jurado que tenía una talla normal. ¿Es que ha «engordado» mucho en los últimos años? ;)
No, está guapa como siempre y su talla sigue muy conmesurada ;-) Me refería a talla intelectual. es que Mildred tiene ya unos cuantos tiros pegados en el sector, y me pareció que era razonable atribuirle tal adjetivación…
¡Uf¡ Me alegro por ella, «conmeNsurista». ;)