El principio parece muy sencillo: una persona en estado de pobreza absoluta es una persona desconectada, y esa falta de conexión es precisamente lo que se constituye como la mayor barrera para poder reconectar a esa persona con la sociedad. Visto en BoingBoing y en EvHead (el blog de Evan Williams, fundador de Blogger), Community Voicemail es una organización filantrópica que entrega a personas pobres, sin techo, víctimas de violencia doméstica, etc. que deseen encontrar empleo un buzón de voz permanente y personal. En el buzón pueden grabar su saludo personal, y monitorizar las llamadas desde cualquier teléfono al que accedan. El número es un simple número de teléfono local, indiferenciable de cualquier otro número de teléfono. En la prueba piloto, realizada en 1992, esta organización consiguió la colaboración de Active Voice, una empresa de comunicaciones de Seattle, y repartió buzones de voz entre 145 personas y monitorizó su evolución durante seis meses: un 70% de ellos habían encontrado trabajo en los primeros dos meses. El año pasado, Community Voice Mail fue utilizado por 44.000 personas en 37 ciudades de los Estados Unidos. El vídeo de explicación (en Flash) es muy simple y muy bueno.
La idea no es perfectamente trasladable de un país como Estados Unidos, donde la mayor parte de los observadores coincide en que el funcionamiento del «ascensor social» es sumamente activo, a otros países. En España, sin ir más lejos, lo primero que todo inmigrante intenta conseguir es un teléfono móvil para poder recibir llamadas de personas que ofrezcan empleo. Pero la idea es, como mínimo, interesante, y nos lleva a pensar en los efectos de la tecnología y en la brecha que crea la falta de acceso a la misma.
Me parece un buen ejemplo al hilo del Ã?«laptoponteÃ?» y de su potencial como facilitador de la enredadera global. Por ejemplo, los algodoneros de Burkina Fasso se enterarían mejor de cómo van las negociaciones en la OMC y en la UE sobre la PAC europea, y ya habría algún bloguero voluntario que se lo pondría en un lenguaje clarito para ellos (aunque fuese traduciendo a Joaquín Estefanía o a Jeffrey Sachs).
No me tomes por un troll, pero haz el favor de no hacer generalizaciones de deducciones de por qué los inmigrantes se hacen con móviles. No vaya a ser que otro, con otro punto de vista pero con la misma cantidad de información en la mano, venga a decir que lo primero que hacen es pillarlo para avisar a sus amigos que traen droga de que no hay peligro.
Enrique me parece honorable que te hagas eco de las iniciativas altruistas que unen tecnología a la solución de los problemas de los más desfavorecidos. Pero ese es un debate amplio que merece más reflexión de la que aquí aportas.
Si la brecha de la que hablas fuera el problema de la mayor parte de los casos de injusticia social, la solución sería sencillísima. La realidad difiere mucho de ser tan sencilla como la presentas. La clave de esos proyectos es que se centran sobre aquel pobre que ha alcanzado la posibilidad de poder tener la esperanza de obtener un empleo, o sea, un mínimo porcentaje de la gente que vive en la calle, por elegir a un colectivo. Sin embargo se usan los términos «pobres, sin-hogar, marginados» para representar a un colectivo que ya se ha alejado de esa realidad.
Si la integración social depende de ejemplos como el tuyo, solucionemos la reinsercción de ex-presidiarios dándoles un móvil, o de los enfermos mentales que habitan las oscuras esquinas de las ciudades dándoles un buzón de voz. El problema de las clases marginadas es un problema de estigma social, muchas veces por causas complejas, enfermedades (20% de las personas sin hogar en zonas urbanas padecen un trastorno mental severo), drogadicción, y alcoholismo o simple mala suerte. De ahí a que se puedan plantear solicitar empleo van muchas más cosas que un número de teléfono.
No es deducción, aunque sí generalización. Lo de la obsesión por el móvil es algo que me han comentado varios inmigrantes en diversas ocasiones, yo me he limitado a generalizarlo. Pero en cualquier caso, las conclusiones que cito sobre el impacto de la tecnología en la creación de empleo a esos niveles no son mías, sino de la propia CVM…
(Y no, no te tomo por un troll, en absoluto. Tu opinión me parece interesante y correctamente formulada. Si eso no me pareciese bien, fuese inadecuado o no quisiese que me llevasen la contraria, mal lo tendría… :-))
Me parece excelente Enrique que seas optimista con respecto a la utilidad de la tecnología para la gente menos favorecida, tanto en este artículo como en los que te refieres a la portátil de Negroponte.
Pienso que en España mucha gente desconoce la gran difusión que la telefonía celular está teniendo en los países en vías de desarrollo. En el Ecuador, por ejemplo, ya existen más de 5 millones y medio de personas que tienen celular, de una población total de 13 millones de habitantes, y los usuarios son de todos los estratos sociales.
África, pese a su enorme pobreza, también se encuentra en la misma línea como puedes ver en este artículo y en este otro.
No estoy de acuerdo con aquellas personas que piensan que hay que solucionar primero las necesidades de nutrición y luego las demás. A menos que se trate de situaciones de emergencia, lo que se debe hacer es actuar en todos los frentes prioritarios al mismo tiempo, y la educación, la comunicación y el empleo lo son. De otro modo, disminuirá la brecha por un lado y aumentará por otro.
Mauricio, me parece que te refieres a mi al no estar de acuerdo en que hay que solucionar unas cosas antes que otras. Yo no estoy en contra atacar las problemáticas de diversos colectivos simultáneamente (si eso fuera así debería esperar a que nadie se muriese de hambre y a que se arreglasen mil y un asuntos para que arreglasen el alumbrado de mi calle). Estoy en contra de que se «vendan» estas ideas como soluciones a la pobreza en comunidades de países en vías de desarrollo cuando los destinatarios reales de estos proyectos no son realmente más pobres que muchos otros. En nigún caso me opongo a que quienes claramente puedan aprovecharse de estas iniciativas puedan hacerlo. La cuestión a la que yo me opongo es a que se apadrinen bajo el epígrafe de ayuda a la pobreza que es la lectura que hacen muchos medios de comunicación. Porque si se trata de ayudar a la pobreza de verdad, sí que hay otras prioridades.
Marcos, en realidad no me refería a ti sino que hablaba en general.
Si hablamos de las prioridades número uno, dos o tres para solucionar la pobreza, ciertamente que la reducción de la brecha digital no es una de ellas, pero, en mi criterio, sí se encuentra entre las diez primeras y lo ideal y justo sería enfrentarlas todas al mismo tiempo.
El discurso sobre la pobreza es bastante complicado, sobre todo porque depende del punto de vista en el cual nos situemos. Algunos extranjeros cuando visitan el Ecuador están ávidos de ver pobreza y muchas veces resulta que la gente pobre no se parece a la idea mental que se han hecho sobre los pobres.
Ahora bien, hay sitios donde la pobreza realmente es muy grande. Puedes visitar por ejemplo la página Nigeria en Guayaquil y ver la enorme miseria que existe en este barrio de la ciudad más grande del Ecuador. Sin embargo, en dicha página podrás ver, también, a niños y niñas de carne y hueso que estoy seguro que podrían hacer muchas cosas valiosas con la computadora portátil de Negroponte. Sólo necesitan un profesor con la suficiente capacitación (que como puedes ver ya tiene su propia bitácora). Así que el asunto no tiene nada de imposible.
El tema, en todo caso, es muy amplio y no cabe duda que uno de los enormes desafíos que tenemos en el Ecuador y en América Latina es terminar con la impresionante diferencia que existe entre sitios como el barrio Nigeria y aquellos que son similares a esta foto. Para nosotros, equilibrar la balanza es, sin duda, una enorme prioridad.
Me parece que los humanos estamos donde estamos gracias a que el aprendizaje de unos se traslada al resto antes o después, mejor o peor. Todo lo que sea facilitar este proceso me parece bueno, y las TIC se centran precisamente en ello.
Me llamo Santiago Gallart.Hay otras vidas que sà están quebradas. Colaboro con la ONG española SOS Infancia su fin es ayudar de la forma más directa, desinteresada y eficaz posible, a la población infantil más necesitada, en cualquier lugar del mundo.
Ayudar a los niños me ha enseñado valores que ya tenÃa olvidados.
Miren su web www.sosinfancia.es