Mi columna de hoy en Expansión se titula «Comunidades«, y habla de lo que yo creo que es el verdadero motor de cambio en la Internet de hoy en día: su valor como sustrato para el desarrollo eficiente de comunidades. Dos cambios subyacentes; la conectividad y el cambio en el paradigma de relación, dan origen a una dinamización del fenómeno de las comunidades, que se convierten en auténticas protagonistas de todo tipo de actividades. Pronto veremos comunidades en todas partes, desde en los cursos de formación (en el IE se ha lanzado el nuevo Global Communities MBA basado en esa filosofía) hasta en foros de reflexión, focus groups permanentes, comunidades industriales, grupos de interés de todo tipo, etc. No es mal momento para rescatar de la estantería el viejo Net.Gain, de John Hagel y Arthur G. Armstrong…
A continuación, el texto del artículo (el vínculo de arriba es al pdf y se lee con dificultad)
Comunidades
Es muy interesante ver el papel que las comunidades juegan en nuestra vida. Nunca los «conjuntos de personas vinculadas por características o intereses comunes» (definición de «comunidad» en el DRAE) habían jugado un papel tan relevante en la sociedad como lo están empezando a hacer ahora. Viéndolo, se diría que estamos en un auténtico cambio de variable, una revolución que afectará a todos los elementos de nuestra vida, desde cómo nos relacionamos, hasta la forma en la que las empresas compiten o los políticos gobiernan. Y detrás del fenómeno como tal, dos variables fundamentales e íntimamente relacionadas: la conectividad y el cambio del paradigma de relación.
La conectividad es lo que verdaderamente dota a las comunidades de sentido. Siempre hemos tenido comunidades, pero nunca antes habían tenido un instrumento como la red a través del cual relacionarse con tanta facilidad y conveniencia. La red reduce dramáticamente la fricción, de manera que las comunidades pasan a ser operativas en todo momento, no únicamente cuando se reúnen. Antes, las comunidades restringían su actividad a los momentos de interacción física (reuniones) y a lo que pudiesen hacer a través de medios de comunicación limitados: si querías hablar con un miembro de la comunidad, debías hacerlo en base unívoca, uno a uno. Si querías comunicarte con todos, estabas restringido a un modelo unidireccional. En la red, en cambio, puedo hacer cualquier cosa: comunicarte sin limitaciones, mantener repositorios de conocimiento o de mensajes anteriores, desarrollar discusiones, coordinar actividades… Con respecto al mundo anterior, es algo completamente ilimitado, otra dimensión. Así, la red ha pasado a albergar algunas de las comunidades más eficientes del mundo, desde las que desarrollan software libre hasta las que se intercambian música o discuten sobre los temas más variopintos. Las primeras comunidades fueron cosa de geeks, de tecnólogos, los «iniciados», los primeros que aprendieron a apalancar su poder. Pero en Internet, todo es susceptible de generar una comunidad, y algunas empresas empiezan a darse cuenta de sus innumerables ventajas: los lectores de mi página, por ejemplo, forman una comunidad, sumamente dinámica y viva. En la escuela de negocios en la que trabajo, los alumnos de un curso generan comunidades con antiguos alumnos, profesores y directivos que les permiten disfrutar de contenidos completamente actualizados y prolongar el valor en tiempo y calidad de una acción de formación. Hasta se desarrollan cursos destinados específicamente a ello, cursos que trascienden la estructura de un curso y pasan a ser «otra cosa»: una comunidad. Un verdadero cambio dimensional.
El otro factor a considerar es el cambio en el paradigma de relación. Está detrás de cosas como el auge de los blogs o la llamada «web 2.0» y, desengáñese, no son simples «términos de moda», hay detrás algo más. Son lo que ocurre cuando la sociedad se encuentra con un instrumento de comunicación y gestión de comunidades tan eficiente como Internet: que las cosas cambian. Todo cambia. Antes, la libertad de prensa sólo era para el que tenía una. Ahora, cualquiera puede decir en Internet lo que quiera, y habrá quien le lea, le busque, le encuentre. Estamos en un punto en el que los únicos que se están quedando fuera de la comunidad son empresas acostumbradas al monólogo, al oscurantismo, al «ellos contra nosotros». Ahora, las empresas tienen que aprender a vivir en comunidades, desarrollarlas, alimentarlas, participar en ellas, o la revolución se desarrollará sin ellas. Pronto, todos seremos parte de comunidades de ese tipo: nos relacionaremos, compraremos o nos formaremos en ellas. Nos afectará como personas, como clientes y como ciudadanos. Vaya paladeando la palabra: co-mu-ni-da-des, como si fuera un mantra. Pronto, estarán en todas partes.
El desarrollo de comunidades favorecidas por las nuevas posibilidades de comunicación es un hecho evidente. No obstante, todavía creo que hay un campo de investigación por explorar: de acuerdo con la cantidad, pero ¿cómo se está modificando la calidad de las relaciones entre las personas que forman la comunidad? Entiendo que aún deben ser objeto de investigación:
– comunicación escrita vs comunicación oral en Internet
– construcción de reputación y de identidad en la comunidad virtual (no se si esta palabra puede usarse porque asistimos al nacimiento de comunidades extraordinariamente reales)
– barreras de entrada (todavía hay muchos que no son geeks y que están al margen del sistema; son excelentes comunicadores/as pero no están en este plano)…
Supongo que hay más elementos, si sigues tirando de la madeja. Sí, hay cada vez más comunidades, pero han generado en algunos casos nuevos códigos. Habrá que darle más vueltas a este ya «clásico» del fenómeno internet: las comunidades.
Plenamente de acuerdo. Con lo que dices hemos roto las fronteras físicas y económicas presentes en nuestros intereses. Nos relacionamos y creamos comunidades porque las que creamos a lo largo de la vida son horizontales y planas dentro de la familia y sus ramas, colegios, universidades, puestos de trabajo, etc. Con la comunicación en Internet, mi familia puede que se fuera a vivir a una comuna hippy o a una urbanización de «verdaderos creyentes» católicos o musulmanes pero yo, ahora, puedo aspirar a dejar atrás esas limitaciones. Puede que el colegio lo elijan mis padres y tenga que esperar años hasta librarme de que, por ejemplo, es una escuela militar o algo peor. Puede que las universidades tengan un nivel pésimo, etc. Gracias a las comunidades puedo hacer valer mi realidad querida y deseada, encontrar personas que pueden hacer lo mismo. Siendo todo cambio un rechazo a lo anterior que se puede realizar porque se da el cómo hacerlo, estamos en ese cambio. Ahora mismo, lo interesante de ese cambio, es que no están presente la tutela de entres sociales que han perdido todo contacto con las personas y que, gracias a su poder, deciden más de lo que deben.
Por otro lado, las empresas pueden encontrar la forma real de creación de valor. No me parece necesario insistir entre pc/red, si más en algo en lo que la MIT tiene entre manos: la persona. Gracias por todo a Enrique y a los demás. Feliz Navidad02: libertad y paz.
Si – muy de acuerdo. Aunque yo no las llamaria comunidades, porque no estan estructuradas como tal – dificilmente podríamos llamar a MySpace o a FaceBook una comunidad en el sentido clásico.
El grado de pertenencia es algo — fuzzy ….
Dos temas curiosos al respecto: 1) Qué hacemos con los living labs clásicos o donde estan los virtuales? 2) Cómo creamos herramientas que nos permitan relacionarnos con cnetenares de personas?
¿Comunidades? ¿Qué hace Enrique Dans hablando de comunidades? ¿No debería de estar hablando de «la conversación», las «redes sociales» y «la blogosfera»? ¡Eso de co-mu-ni-da-des es soooo web 1.0 Mr. Dans!
O…. nada… para otro día, que hoy es nochebuena y mañana Dios dirá :-)
En lo que me afecte, RBA, al entender lo que Dans nos dice. Las comunidades tienen una nueva perspectiva en el momento actual. Puede que sea muy sano dejar unas semanas de leer blogs y luego volver para ver lo que ha cambiado.
Tienes mucha razón Enrique, y para ejemplo un botón: HomeComunity.
Amén.
Menos mal que tenemos a Enrique para que explique por qué Internet no es una diabólica herramienta en manos de terroristas, piratas y pederastas, sino un fenómeno tan importante como la imprenta, el automóvil o el teléfono.
Comunicación, comunidades… quizás deberíamos cambiar el nombre y decir «comunet» ;-)
Creo que hay que tener cuidado con este modo de comunicación, intuyo algunos peligros, lo expongo como reflexión…
Como pueden afectar las comunidades a las marcas?
Algun día sustituiran a la comunicación tradicional?
Quién está detrás de ellas?
Se utilizaran para imponernos productos o pautas poco valiosas’
Etc