Como comentaba en la entrada anterior, no acabo de conseguir quitarme de la cabeza el apocalíptico escenario descrito por Pedro Farré en la mesa redonda sobre derechos de autor e Internet celebrada en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense el pasado 4 de Noviembre. El tema, esbozado en la mesa sin dar detalles, se basa en una posible alianza entre tres partes: las sociedades de gestión de derechos de autor, los proveedores de acceso a Internet, y los fabricantes de dispositivos electrónicos.
Imaginémonos por un momento el mundo en el escenario ideal de la SGAE: una situación en la que todos los contenidos que circulan por las redes son auditados por el correspondiente proveedor de acceso a Internet, que sanciona instantáneamente su legalidad, que sigue y audita nuestros pasos en la red. A su vez, los fabricantes de dispositivos electrónicos se ocupan de que determinados contenidos no puedan ser reproducidos si no cuentan con los correspondientes parabienes en forma de DRM, la sacrosanta apuesta de la industria. Y, en el tercer vértice, unas sociedades de gestión de derechos de autor encantadas de haberse conocido y recaudando todo aquello que pasa por las redes o se reproduce en los dispositivos.
Impresionante panorama. ¿Qué falla en él? Simplemente, que no puede ocurrir. Como dirían en países anglosajones, «is not gonna happen». Ojo, en el peor, peor de los casos, podría ser posible un acuerdo como ese. Después de todo, un pacto entre dos partes nos tiene pagando un injusto y presuntamente ilegal canon cada vez que adquirimos un CD-ROM (si no lo compramos en Francia, UK o Portugal). Pero, a diferencia del canon, que está ligado a un soporte físico, el presunto pacto entre las tres partes no lo está, en ese caso hablamos de bits, no de átomos. Y los bits, como bien sabemos, son libres, no se cansan de serlo. Ante un presunto control de los ISPs, nos encontraríamos con métodos de encriptado inviolables y capaces de ocultar el contenido de una transmisión. Si nos controlan en los dispositivos, la «liga de hackers del mundo unidos» conseguirían que hiciésemos lo que nos diese la gana con los dispositivos. Y las sociedades de gestión de derecho de autor, tercera pata inductora de la ecuación… pues, básicamente, como siempre.
Vuestro fallido modelo de negocio sigue sin ser mi problema.
buf, a mi ese sueño ideal de la SGAE me parece una pesadilla, ya verás, al final hoy no duermo xD
Utilizando tus palabras, Enrique, esa alianza daría lugar a un escenario, más que ideal, apocalíptico en mi opinión.
Al igual que a yonmacklein, tampoco me convence demasiado ese panorama idóneo para una SGAE cuyas prácticas, en algunas ocasiones, parecen injustas incluso en el mundo real (por ejemplo, el caso de los cánones del CD Rom). Da miedo que no sepan determinar los límites de su gestión en un mundo virtual, cuya comunidad convive en un espacio en que las fronteras se desdibujan y en que la libertad y el afán por compartir es un rasgo característico.
«Como dirían en países anglosajones, «is not gonna happen» »
Amigo Enrique, paradojicamente, en el mundo anglosajón (U.S.A.) sí que es posible; donde – mientras no cambién alguna ley…o «alguna» Constitución – no es posible es aquí.
Será algo imposible pero, de que van a intentar explotar esa vía, no me cave la menor duda. Ese es su gran sueño faraónico o hitleriano (según como quiera mirarse).
Por el momento, la parte más cruda la tienen por el lado de las operadoras.
Las leyes se cambian según convenga, de eso ya no deberíamos de extrañarnos.
Los DRMs ya los tienen avanzados y los dispositivos electrónicos siempre nos han controlado (o, mejor dicho, siempre ha habido control a través de los dispositivos electrónicos).
Por lo tanto, creo que nunca han estado tan cerca de lograr ese tercer vértice.
Atención que en Estados Unidos Doc Searls apunta a la venganza de las telecos. Otro escenario disutópico similar al de la SGAE.
Si la industria del copyright aprieta demasiado y le amarga la existencia a la gente, será su suicidio. Un artista (o más) rompedor que permita la descarga libre de su música se llevará parte del pastel. A río revuelto, ganancia de pescadores.
No es sólo que nos podamos saltar las restricciones de los ISPs y de los fabricantes de dispositivos electrónicos, es que a los tampoco les interesa.
La gente no se apunta a un ADSL del 20 para leer blogs más rápido, sino para acceder a todos estos contenidos. La gente se compra reproductores de gran capacidad porque se baja gran cantidad de contenidos de gratis y lo mismo para las grabadoras de CDs DVDs y demás. Esto es lo que mueve su mercado, y no van a renunciar a ello porque a la SGAE les venga bien y les den un pellizco del negocio de la gestión de contenidos.
A las sociedades de gestión sin duda les gustaría acabar con la copia privada y cobrarnos hasta por ver las portadas de los CDs en las tiendas, pero que no cuente con estos aliado.
JM. Gran comentario (y breve, 2 veces bueno).
Veo que muchas veces se discute si la ley si o si la ley no… en definitiva, los mercados, como las empresas, hacen lo que quieren. En todo caso, las empresas crearán leyes y los mercados las ignorarán.
¿Está mal? ¿Está bien?
A quién le importa! La realidad no está bien ni mal: ES.
Ya sabemos cual de las partes tendrá que adaptarse para no ser tragada por la realidad.
También podrían decidir poner un policía que me siguiera día y noche, auditándome, vigilándome, por si me dedico a cometer actos delictivos, ilegales, deshonrosos o cuestionables en el mundo físico.
El tema de la vigilancia electrónica está llegando a niveles absurdos. Y si no, que le pregunten a Chenoa qué piensa de La Red.