Amanezco en Coruña, en casa de mis padres, desde donde he estado dándole los últimos toques a la presentación de dentro de un rato en el Curso de Verano del Consejo General del Poder Judicial. Ayer, la típica pesadilla de aeropuerto me mantuvo toda una tarde entretenidísima en Barajas, acabé llegando a Coruña tardísimo y con poco cuerpo para escribir después de ver las atrocidades londinenses. Hoy me temo que también estaré en modo low-blogging, pero en cuanto saque un rato, contaré qué tal.
La conferencia intenta combinar las dos cosas que me han pedido: una serie de ideas en tono divulgativo acerca de la nueva economía y porqué se desencadenan todos estos cambios, y una explicación de mi posición sobre la propiedad intelectual y su protección en este contexto. Veremos como sale la cosa.
UPDATE: Son las 17:00, ya estoy en mi despacho en Madrid preparando mi clase de las 19:00. Mi impresión es que la cosa ha salido fantásticamente bien, aunque lógicamente está mal que sea yo quien lo dice (aunque siempre hay un «puntito rojo o verde» que te dice como está conectando la audiencia, si vas bien encaminado y todo eso, y esta vez la cosa tenía buen color). Cincuenta y dos jueces en la sala, un nivel de atención muy majo, y varias preguntas muy interesantes que habrían continuado (continuaron de hecho fuera de clase) si no hubiese sido por falta de tiempo.
Os cuento la conferencia con cierto detalle, a riesgo por supuesto de extenderme y repetirme mucho con respecto al artículo de Libertad Digital de anteayer:
Para la primera parte, utilicé partes de una conferencia ya clásica mía (a veces la utilizo como apertura de curso), que suele conseguir un bien nivel de atención y «conexión» con la audiencia. En ella pretendía explicar cuáles eran los cambios que venían aparejados con el desarrollo de la nueva economía según mi visión: reducción de la fricción, reducción de los costes de búsqueda, replicación de los bienes basados en bits, velocidad y modelo de interacción. Para ilustrarlos utilicé, además de la teoría, ejemplos sacados de los sectores de telecomunicaciones, software, editorial, distribución y, como no, la música (como «guinda»).
Tras ver esto, a modo de base, pasé al tema de la charla propiamente dicho: nueva economía y propiedad intelectual. Aquí os adjunto esa parte de la presentación (OJO, 4.625 Kb.) pero tened en cuenta que falta toda la primera y la última parte (la despedida), porque son cosas que uso a menudo en muchos de mis cursos y que no quiero «quemar» por el hecho de haberlas distribuido anteriormente.
Comenzamos pasando revista a la historia: siempre ha habido creación, es algo característico del hombre. Sin embargo, estaba sujeta a una «economía de la escasez»: o el artista sólo cobraba cuando interpretaba, y por tanto el «número de copias» era escaso, o era sostenido por un tercero con algún otro tipo de interés. Pero llegó la imprenta, y con ella, los creadores vieron qu sus partituras empezaban a distribuirse de forma incontrolada, con lo que llegó el primero esquema de copyright, las broadsides o broadsheets, de las que ya he hablado anteriormente en este otro post de hace tiempo. Tenía su lógica; las copias no podían controlarse, y cualquiera podía utilizar la producción de otro para enriquecerse. Sin embargo, el esquema ya nos recuerda alguna de las cosas que hoy ocurren: los autores vendían su obra a tanto alzado a un intermediario, que a su vez la revendía para obtener beneficios.
Después, la tecnología nos trajo el gramófono: era la primera vez que se podía desligar la música del momento en que era interpretada, lo que provocó todo un cambio en el modelo de negocio aparejado. Persistía la economía de la escasez, dado que sólo podían producir discos los que tenían una empresa para ello (como la libertad de prensa, que sólo es real para quien tiene una). En poco tiempo, las compañías se dieron cuenta, además, de que podían influenciar los gustos y las preferencias de la gente mediante publicidad, marketing y técnicas comerciales de diversos tipos (y no todas legales o ni siquiera moralmente aceptables), y llegaron cosas como el escándalo de la payola, el fenómeno fan, el filtro de entrada en función no de calidad sino de parámetros comerciales, la MTV y los cuarenta principales… el NEGOCIO, con mayúsculas. Algo completamente separado del arte. Unos crean, otros explotan la creación y ganan dinero.
Por supuesto, esto hizo que todo el tema de propiedad intelectual se arraigase profundamente, hasta llegar a absurdos tales como que uno no pueda tomar una foto de una estatua en un parque de Chicago, no pueda silbar una canción durante siete segundos en una película sin recibir una multa, las obras de un poeta histórico no puedan ser volcadas en Internet, una canción de los Beatles no pueda ser enviada al espacio, o no podamos cantar el Cumpleaños Feliz sin cometer un presunto delito. Absurdos conceptuales de tal magnitud que creo capaces de escandalizar a cualquier mentalidad bienpensante, a no ser que le ciegue el interés.
Pasamos entonces a separar conceptos: una cosa es crear arte, otra muy distinta es la actividad empresarial ligada a la misma. Lo primero depende de la capacidad creativa, lo segundo de los recursos ociosos o los intereses económicos que tengas. Puestos a separar, una cosa es la música, y otra el soporte que la contiene, lo que me sirvió para llegar a la discusión de los mitos y leyendas manejados por la industria: el que esto sea un robo (no, porque en realidad yo no retiro ningún objeto de donde previamente estaba, y no iba a comprar la gran mayoría de la música que me descargo), o el hecho de que la música morirá si la sometemos a un mercado libre.
¿Existe futuro para la protección de la propiedad intelectual? Por supuesto, pero ligado a ser una ayuda para los autores, no una restricción para los clientes. Un autor, después de decidir con esquemas de tipo Creative Commons el uso que permite de su obra, necesitará que alguien monitorice estos usos, que vea si su obra es utilizada en radio, cine o TV, si es interpretada o modificada por otros, etc. y que le ayude a cobrar cuando así sea. Pero no restrigir el acceso de los clientes a la cultura, porque esto, simplemente, es imposible. Habrá que acostumbrarse a un modelo en el que muchos clientes se descargarán la música, y algunos de ellos pagarán por ella, en función del valor que le otorguen y del vínculo que el autor sea capaz de crear con esos clientes. Libre mercado, al fin y al cabo. Al final, dos razones hacen que la legislación de propiedad intelectual se haya convertido en obsoleta: una de tipo práctico; no se pueden poner puertas al campo y su aplicación es técnicamente IMPOSIBLE. Y la segunda, de tipo jurídico-moral: no es, claramente, lo mejor para preservar el BIEN COMÚN. Puede ser lo mejor para los lobbies de la propiedad intelectual, pero no es lo mejor ni para los artistas, que no pueden entrar en los circuitos de unos canales comerciales completamente mediatizados, ni para los clientes, que no pueden acceder al producto que quieren. Si tu modelo de negocio se basa en restringir el acceso de otros a los bits, en cobrar el portazgo, olvídalo. Ha sido superado.
Faltaban muchísimas cosas por incluir. Se me quedó en el tintero hablar de Chris Anderson, de modelos alternativos de financiación de la actividad creativa basados en cánones o impuestos, y de varias cosas más, pero hora y media da para lo que da, y ya tuve que hablar como en el anuncio de los MicroMachines :-) Pero el resultado, como comentaba al principio, cero que fue bastante bueno. Mucha atención, mucho murmullo, mucha discusión, muchas preguntas, y, curiosamente, una actitud de la mayoría de las personas con las que hablé mucho más abierta e incluso próxima a mis posturas de lo que yo inicialmente esperaba. No se puede decir nada, pero el foro me ha encantado, la experiencia también, y me he venido con un poso de esperanza de cara al futuro moderadamente mayor del que tenía hace unos días. Veremos que sale de aquí.
Como en el post anterior hablabas de pasado mañana (lo escribiste de madrugada) pensé que la conferencia era el sábado.
Espero que se suscite debate, porque puede ser muy interesante. Ya nos contarás.
En le articulo de Anderson se apunta una solución, para este nuevo bien publico:
Revelacion de preferencias(bajo condiciones de gratuidad se revelan, la gente descarga lo que le gusta)
…Unlimited selection is revealing truths about what consumers want…
tarifa plana(financiacion de la produccion)
…flat fee (infinite choice for $9.99 a month…
¿Quien se atreve a hacerlo?
Expansión de ayer, 8.7.2005:Ingresos en la Unión Europea por derechos de autor:622.629.295.600 (repito: seiscientos veintidos mil seiscientos veintinueve millones doscientas noventa y cinco mil seiscientas pesetas. Que se reparten cuidadosamente entre los «trabajadores de la cultura y los lobbys correspondientes»(calculo que el 20% y el resto se lo lleva el OLIGOPOLIO DE LAS VICTIMAS DE LA PIRATERIA Y LAS DESCARGAS ILEGALES DE INTERNET .