Me parece una visión interesante, equilibrada, y además viene del Economist, que llega a muchos sitios. Este artículo, «Rip. Mix. Burn» viene a abundar en mi punto de vista del reproche a la panda de jueces carcas del Tribunal Supremo estadounidense por legislar de acuerdo a puntos de vista trasnochados, a unas interpretaciones de la ley basadas en como era el mundo hace algunos años, y, por supuesto, en como muchos quieren que siga siendo. Considerando que los usos y las costumbres son una de las fuentes del Derecho, los jueces deberían haber procedido a la reinterpretación del concepto de actividad delictiva, no a simplemente tildar de delito algo que no cabe en la cabeza de nadie que lo sea. Bajarse una canción para tu uso personal no es delito, es simplemente la forma más lógica de hacerlo. Por supuesto, para los que viven de hacer cosas tan estúpidas como restringir el acceso de otros a los contenidos, restringir el acceso de determinados artistas a los circuitos comerciales, o grabar cosas en soportes que ya nadie necesita, bajarse una canción supone el más execrable de los delitos, y es la fuente de todos los males y del fin de la cultura. Pues perdóneme, pero la cultura ya existía antes de que llegasen unos intermediarios a enriquecerse con ella, y no se preocupen, seguirá existiendo. Son simplemente eso, intermediarios enfadados porque se han quedado sin trabajo, y han conseguido imbuírnos tanto de su lógica viciada que hasta han convencido a los carcamales del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Desde mi punto de vista, ellos – las sociedades de gestión de derechos de autor, las discográficas, los artistas que intentan influir en la sociedad, los jueces que rehusan ver lo que hay detrás de todo esto – son los verdaderos enemigos del progreso y de la cultura. Cuando por fin enterremos su fallido modelo de negocio es cuando de verdad empezaremos a tener un verdadero desarrollo cultural.
El artículo del Economist no dice nada de eso. Lo que dice es que el congreso debería cambiar la ley, no que el Tribunal Supremo no haya hecho su trabajo. De nuevo, debo recordar que un régimen de separación de poderes, no es trabajo de nueve jueces no elegidos democráticamente del Tribunal Supremo cambiar la ley: deben limitarse a aplicarla y ver si leyes de menor rango se ajustan a las de mayor rango y esas cosas. Quien tiene que cambiar la ley es el congreso, elegido para esa labor por los norteamericanos.
Yo he entendido lo mismo que Daniel.
Los jueces no cambian la ley, la interpretan a la luz de los usos y costumbres (entre otras fuentes del Derecho). Y lo que el artículo dice, o al menos lo que yo entiendo, es que resulta absurdo interpretar una ley como la del copyright que resulta ya completamente anacrónica en la era digital. Cito textualmente:
It was struggling to apply a copyright law which has grown worse than anachronistic in the digital age
El artículo habla del balance entre las media firms y las tech firms. Mi punto es que ese balance no era necesario. Unos luchan por proveer herramientas para el progreso, los otros, para que el progreso no tenga lugar.
Entiendo tu punto de vista sobre los jueces, Enrique, pero no lo comparto. En lo que estoy muy de acuerdo es en que el Ã?«modelo de negocioÃ?» de los distribuidores de IP rights es obsoleto. Tras leer tu interpretación, sigo creyendo que The Economist no dice lo que crees que dice, y en eso me sumo a Daniel. En cualquier caso, estoy contigo en tu activimo ciudadano (aunque creo que a veces bordeas algunos límites), y espero que los políticos y legisladores tomen buena nota de tus recomendables artículos en los medios más influyentes. Te doy las gracias por ello, porque creo que es el mejor camino, aunque quede bastante por recorrer.
En todo caso es como tu dices Enrique.. estamos en otra epoca y las Discograficas en afan de mantener sus estructuras y precios se han dedicado a atacar hasta los propios consumidores, ahorita hay un nuevo orden mundial en cuanto a este tema y en vez de ellos facilitar que uno pueda aquirir musica incluso de otros paises, es todo lo contrario y sin olvidar los altos precios que mantienen y que pretenden seguir subiendo cuando sus costos de produccion y fabricacion no justifican el precio (de por ejemplo) 1$ por cada cancion en la tienda itunes.
Si la ley existe y no está en contra de otras más importantes, como la constitución, da exactamente igual que sea obsoleta. Si lo es, ha de ser el Congreso quien la cambie, insisto, no el Tribunal Supremo. Por otro lado, esa trampa de «interpretar a la luz de los usos y costumbres» vale para aplicar la ley a un caso particular, no para reescribirla. Es decir, vale para aplicar la sanción más leve de robo a quien roba una chocolatina sin violencia, no a reescribir la ley asegurando que robar no es un delito. Porque la ley es clara, y la del copyright también lo es.