Este post de hace un par de semanas sobre los blogs y su utilización como herramientas de marketing desató un interesantísimo debate sobre la ética blogosférica al que contribuyeron diferentes páginas, con puntos de vista en algunos casos bastante contrapuestos. Desde el meditado análisis y solidificación de Jose Luis Orihuela en eCuaderno apuntando a la necesidad de desarrollo de un código ético, a la posición ácida (o irónica) y contrapuesta de J. J. Merelo en Atalaya, pasando por muy buenos análisis de Juan Varela en Periodistas 21, Sonia Blanco en Fílmica, o la reacción al post de Sonia de Ricardo Royo en A sueldo de Moscú, por citar tan sólo a los pocos que tengo recogidos en mi trackback.
Aquel post venía a cuento de algo y, como indiqué desde el principio. El post de Nacho sobre el libro de Santiago Botello era tan sólo un pretexto que no implicaba en modo alguno desconfianza sobre los motivos de Nacho para escribir aquel post. El mismo Nacho dijo, en comentario a mi post, que sus motivaciones caían dentro de la Hipótesis 1, «nula motivación comercial, simple conversación entre amigos, todo limpio como una patena», y yo estoy seguro de que así era. Quien lea a Nacho todos los días sabe perfectamente que cuando dice algo, no deja dudas sobre la ética que le guía, pocas personas conozco con menor tendencia al doble lenguaje. Y en cualquier caso, dejé claro que no pretendía entrar a valorar nada, aunque Nacho hubiese dicho que estaba en cualquier otra de las cinco hipótesis citadas.
Pero ¿a qué viene ahora resucitar este tema en un «segundo asalto»? Pues simplemente a que a raíz de la lectura de un post en Smart Mobs en el que se saca el tema, he podido ver somo ese mismo interesante debate que tuvimos aquí, se está reviviendo ahora a nivel internacional: JD Lasica comenzó con un fantástico post en un blog de USC, posteriormente citado en su propio blog, y que ha sido ya respondido por Jon Lebkowsky en su Weblogsky. La discusión tiene toda la pinta de seguir el mismo camino que la que hemos mantenido en la blogosfera hispana, y se presenta interesantísima. Hace aproximadamente dos años hubo discusiones similares, pero entonces hablábamos de un un movimiento minoritario, elitista, que hoy, por contra, ha alcanzado categoría de fenómeno. Por un lado, los que abogan por trasladar a la blogosfera códigos éticos del mismo corte que los que tienen los periodistas, aprovechando además el fuerte debate sobre la concesión a los bloggers del mismo tipo de protección que tienen los periodistas, bajo el ámbito de la Primera Enmienda, reflejado en estas citas del juez en el acta (disponible entera en pdf):
The Supreme Court has observed that «… freedom of the press is a ‘fundamental personal right… not confined to newspapers and periodicals. It necessarily embraces pamphlets and leaflets. (…) Does the privilege also protect the proprietor of a weblog: the stereotypical ‘blogger’ sitting in his pajamas at his personal computer posting on the World Wide Web? (…) If so, then would it not be possible for a government official wishing to engage in the sort of unlawful leaking under investigation in the present controversy to call a trusted friend or a political ally, advise him to set up a weblog (which I understand takes about three minutes) and then leak to him under a promise of confidentiality…»
Y, por otro lado, los defensores de la «naturalidad», del «no pasa nada», del «yo me limito a escribir, tengo mi ética propia: quien quiera, que me lea, y quien no, que no lo haga». La estructuración de los principios éticos del periodismo es, según Lasica, diferente de las del blogging. Los primeros serían, en traducción mía y completamente libre (original disponible en la Society of Professional Journalists, SPJ, y resumidos en el post de Lasica en USC), algo así:
- Evita conflictos de intereses, reales o aparentes.
- Mantente independiente de asociaciones y actividades que puedan comprometer tu integridad o dañar tu credibilidad.
- Rehusa regalos, favores, pagos, viajes gratuitos o tratamientos especiales. Evita de forma consistente segundos empleos, actividades políticas y trabajos como funcionario público de cualquier tipo si pueden comprometer de algún modo tu integridad como periodista.
- Niega cualquier tipo de tratamiento favorable a anunciantes y grupos de intereses especiales, y resiste sus presiones para influenciar la cobertura de determinadas noticias.
- Ten cuidado con las fuentes que ofrecen información a cambio de favores o dinero.
Sin embargo, los principios que parecen estar emergiendo y alcanzando cierta aceptación entre la comunidad de bloggers serían algo así como los que siguen (de nuevo, traducción libre mía)
- Revela, revela, revela cualquier posible o aparente fuente de influencia. La transparencia – de acciones, motivos y consideraciones financieras de cualquier naturaleza – es la regla de oro de la blogosfera.
- Sigue tus pasiones. Escribe sobre aquellos temas que verdaderamente te importan.
- Sé honesto. Escribe lo que piensas.
- Confía en que tus lectores formen su propio juicio y lleguen a sus propias conclusiones.
- La reputación es la moneda principal del ciberespacio. Mantén tu independencia e integridad – la confianza perdida es dificil de recuperar.
Existen otros códigos, como el que apunta Jose Luis en su post en eCuaderno, o el de Cyberjournalist.net que cita el mismo Jose Luis, o el que apunta Rebecca Blood en su Weblog Handbook, también disponible en su blog. Para mí resulta crucial que sean cortos, sencillos, y que recojan la inmensa variabilidad de motivos, circunstancias y motivaciones que existen en la blogosfera (la idea de «pacto de lectura» que comenta Jose Luis Orihuela me parece interesantísima). No veo un código ético como algo que se pueda o deba imponer, pero sí como algo que una comunidad va elaborando progresivamente a modo de modelo normativo no formalizado, que se va consolidando, y que simplemente va dejando fuera a aquellos que renuncian ostensiblemente a seguirlo. Pero esto no es más que una segunda derivada del post de hace dos semanas tras la exposición al mismo tema en el ámbito internacional, y que de nuevo va en busca de opiniones, comentarios y consideraciones de todo tipo que puedan destrozarlo o enriquecerlo en cualquier modalidad posible. No tengo especial interés en el desarrollo de un código ético más allá de la curiosidad académica que siempre he manifestado hacia los fenómenos de innovación y consolidación basados en tecnología, pero el debate al respecto me resulta interesantísimo y enriquecedor.
Más que ácida, yo diría que irónica.
Interesantisimo, como siempre.
Si un «empleado» de Murdoch, Berlusconi o Polanco leen «los principios eticos del periodismo» lo mismo les da un ataque de risa.
Yo creo que pone de manifiesto lo estériles e improductivos que son los «códigos éticos».
Dices «Para mí resulta crucial que sean cortos, sencillos, y que recojan la inmensa variabilidad de motivos, circunstancias y motivaciones que existen en la blogosfera».
Totalmente de acuerdo, propongo «minimalismo»: SE TU.
Quedaria mas bonito con unas volutas, y hojas de laurel por encima.
Tampoco me quiero pasar de listo… ya lo dijeron en los antiguos: «Esse quan videri» (ser en vez de parecer)
Esa es la clave en las relaciones… y esa es la clave del blogging, no es periodismo es relación.
Estoy de acuerdo con la idea de fondo, pero no con el establecimiento de un código.
¿Quién lo elaboraría?
¿Quién le daría seguimiento?
Además, no siempre se trata de un tema de dinero. Creo que el dilema se queda cojo si sólo se ve desde esta perspectiva.
También había escrito sobre el tema, pero creo que no fue recogido en la «conversación».
http://octaviorojas.blogspot.com/2005/02/rrpp-agua-para-cada-molino-hay-una.html
Saludos.
Perdona, Octavio… a falta de una tag en Technorati, decidí citar sólo a los que tenía en mi trackback, y eso que a ti te había leído en su momento.
Lo que dices me parece perfectamente adecuado: no podemos «nombrar» a una autoridad que «imponga» o «establezca» un código ético. Precisamente por eso el tema «governance» me parece tan interesante: es como Internet, no podemos regularlo como se regula la vida offline (falta de fronteras, dificultad de atribución de muchas cosas, y, simplemente, la conciencia de que es mejor así) pero eso no implica que no debamos ir consolidando modelos de como deben hacerse las cosas, y que éstos vayan «emergiendo» por lógica o consenso. Todos opinamos que no se deben enviar correos indiscriminados con ofertas comerciales, todos estamos de acuerdo en que no se debe intervenir en un foro sin hacer aportaciones válidas y sólamente insultando, y con el tiempo, el «protocolo» se ha consolidado, denominando a una cosa «spam» y a otra «troll». Creo que en la blogosfera se dará algo parecido. Habrá blogs que se salgan de ese presunto código ético comunmente acordado, pero seguramente dejarán de llamarse blogs, y se llamarán «infomerciales» o alguna variación del término por el estilo. Sin que tenga que llegar nadie y montar el «Consejo Superior de la Blogosfera» y declarar la misma sometida a un «Código Ético» y en su defecto a la Ley Marcial… Simplemente emergerá de todos los que escribimos, leemos y comentamos en ella… Ese es el proceso que me resulta fascinante.
El debate está ahí porque las posibilidades «conversacionales» de los blogs son muy atractivas para las marcas: Internet es una conversación y los blogs pueden dotarlas de voz.
El «blogvertising» todavía no ha llegado de pleno a la blogosfera hispana, pero llegará, y cada uno decidirá en que parte de la red juega…
Además, no siempre se trata de un tema de dinero. Creo que el dilema se queda cojo si sólo se ve desde esta perspectiva.