Me ha gustado mucho este post de Álvaro sobre la capa de red social que Netflix se ha diseñado, y que permite mantener un círculo de contactos, ver que películas y programas ven ellos, sus índices de popularidad entre tus conocidos, las puntuaciones y opiniones que dan a los contenidos visualizados, etc. Como en cualquier red social, con opciones de privacidad para todos los gustos: si eres un furibundo heavy-metal, te has alquilado «Sissi Emperatriz» y no quieres que tus amigos lo sepan, puedes simplemente omitirla de tu Netflix Friends. El sistema permite también que compartas tus intereses con personas que no pertenezcan a Netflix, en cuyo caso recibirán, claro, una invitación para suscribirse, y lo integrarán en un clásico FOAF (Friend-Of-A-Friend) o esquema member-get-member dotados con unas inmensas posibilidades de crecimiento.
La idea me parece brillante, y me lleva a pensar en el futuro de las redes sociales como aplicaciones superpuestas a otro tipo de negocios. Quien desarrolla y gestiona una red social puede aplicar la potencia de la misma a lo que buenamente quiera, si lo hace de manera respetuosa y conforme a los términos que firmó con las personas que la integran. El escepticismo inicial en respuesta a esa pregunta de «¿Cuánto vale una red?» empieza a despejarse. Esto ya no es el dot.bomb, cuando cualquier engendro con muchas visitas valía automáticamente mucho en bolsa ante la ignorancia de los codiciosos inversores presas de la reedición de la fiebre del oro… esto es otra cosa. Quien tenga una red social, y, más que eso, expertise desarrollado en su gestión, podrá entrar en acuerdos de ese tipo con quien le venga en gana, de acuerdo al carácter de su red y a los términos de su licencia. Y seguro que veremos cosas francamente interesantes. Por lo de pronto, me alegro mucho de tener ya casi desarrollados o en diversas fases de su desarrollo los casos eConozco, Plaxo y OpenBC… Estoy seguro de que serán importantes casos de estudio en el futuro.