Vía El Navegante, leo como se pone de moda el game cracking, es decir, entrar en un juego online que se está desarrollando con normalidad, con sus reglas escritas y no escritas entre jugadores, y hacer cosas que atentan contra el desarrollo normal del juego, comportarse de manera inesperada o en clara violación de estas reglas, molestar a otros usuarios, etc. Existen tantas variaciones como da de sí la mente humana, desde simplemente entrar y hacer cosas raras, hasta complejas técnicas de acoso psicológico trasladadas a la red.
Es lo que yo llamo «la moderna esquizofrenia». Para muchas personas, la red se convierte en el reflejo de su personalidad. Sin ser para nada un experto en el tema, siempre he pensado que muchas las perturbaciones de la psicología clínica no son más que manifestaciones más fuertes de aspectos que todos tenemos dentro de nuestro cerebro, es decir, que todos tenemos un punto de esquizofrénicos, paranoicos, etc. que manifestamos, en condiciones normales, de manera controlada. La red actúa, en este sentido, como un mecanismo «liberador», que permite a muchos «salir del armario» en todos los sentidos, y utilizar el pretendido anonimato para hacer cosas que por sus posibles consecuencias no harían online. Muchos tenéis evidencias en foros o comentarios: los llamados trolls son una evidencia de gente que no dirían las cosas que dicen en la cara de nadie pero que, creyéndose amparados por el anonimato de la red, sí lo hacen. El game cracker, para mí, no es más que un troll metido dentro de un juego.
La red, como muchas veces el volante, amplifica nuestros sentimientos, y se convierte para algunas personas en una segunda existencia donde liberar sus personalidades. Puede hacerse de manera benigna y controlada: en mi época de más heavy gamer de Wolfenstein, yo era una persona igual de pacífica que lo he sido siempre, pero por las noches me convertía en un auténtico asesino adiestrado para matar nazis (aunque un amigo decía que mis «excesos» se notaban en que andaba por los pasillos del Instituto asomándome a las esquinas como si me fueran a disparar :-) Pero también puede desarrollarse de manera maligna… ¿quién desenganchará a alguien, por ejemplo, que tiene una existencia en la red mucho más gratificante para él que la que tiene fuera de la red? Un héroe en un juego épico, por ejemplo, capaz de matar dragones y rescatar princesas… ¿deberíamos «desconectarlo» o restringir de alguna manera su mundo online en beneficio del otro?
El desarrollo de la red nos lleva a temas interesantísimos, sobre los que seguro que ciencias como la Psicología y la Sociología tendrán mucho que decir. Seguro que ya debe haber tesis estudiando ese tipo de problemas, adicciones, etc. Para el tratamiento mediático tradicional, este tipo de temas son un filón: «Internet provoca locura y adicciones gravísimas». No, en realidad, Internet simplemente hace que cosas que algunos llevaban dentro salgan al exterior, con todo lo que ello conlleva.
Hombre … leída la noticia después del comentario, decepciona bastante. Más que nada porque hablan de los «Sims Online», que como simulador social, parece hasta sano que cuente con la participación de imbéciles. No creo que un simulador social estuviera completo sin la participación de este tipo e perfiles. Ya lo decía el Levítico: «Estultorum numerus, infinitus est».
Y por otra parte, si la comunidad es real y está bien organizada, la posibilidad de que este tipo de gente introduzca ruido es menor.
Saludos
Julián
No creo que sea sólo salir del armario, sino la sensación que tiene mucha gente de ‘romper sin romper’: se pueden ‘portar mal’ sin que tenga consecuencias graves en su vida ‘real’. Creo que, en muchos casos, es un juego.
Por otra parte olvidas a los hackers: tratan de explotar las debilidades del sistema, sólo para ver hasta dónde se puede llegar.
La parte más importante de tu post me parece precisamente la última: ¿que ocurrirá cuando ‘lo de dentro’ sea tan real como ‘lo de fuera’? ¿Cuándo ocurrirá est?, si no ha sucedido ya.
Un amigo, jugador habitual de rol masivo, me contaba hace algún tiempo la historia de un personaje importante del Ultima Online. Digamos que prosperó como comerciante, hasta ser capaz de conseguirte cualquier cosa que pudieras necesitar. Acumuló riquezas, flotas, fundó una ciudad y hasta se rodeó de un ejército que lo protegía en todo momento. Todo el mundo en el juego lo conocía. Y, en un momento u otro de la vida de casi cualquier jugador, resultaba imprescindible.
¿Qué vida real puede competir con esto? Y, sobre todo, ¿asistiremos en algún momento a una ‘inmersión permanente’? Ya, ya, se me va la pinza un poco… pero quizás no tanto.
Ah, una última cosa: la máscara más peligrosa seguirá siendo un correo gratuito, un messenger y una prosa ‘medio qué’
La parte más importante de tu post me parece precisamente la última: ¿que ocurrirá cuando ‘lo de dentro’ sea tan real como ‘lo de fuera’? ¿Cuándo ocurrirá est?, si no ha sucedido ya.
Un amigo, jugador habitual de rol masivo, me contaba hace algún tiempo la historia de un personaje importante del Ultima Online. Digamos que prosperó como comerciante, hasta ser capaz de conseguirte cualquier cosa que pudieras necesitar. Acumuló riquezas, flotas, fundó una ciudad y hasta se rodeó de un ejército que lo protegía en todo momento. Todo el mundo en el juego lo conocía. Y, en un momento u otro de la vida de casi cualquier jugador, resultaba imprescindible.
¿Qué vida real puede competir con esto? Y, sobre todo, ¿asistiremos en algún momento a una ‘inmersión permanente’? Ya, ya, se me va la pinza un poco… pero quizás no tanto.
Ah, una última cosa: la máscara más peligrosa seguirá siendo un correo gratuito, un messenger y una prosa ‘medio qué’
JUAN, creo que tu post es muy interesante y no creo que la «inmersion permanente» sea algo muy alejado en el tiempo.
Probablemente mucha gente comenzará a disfrutar más de los mundos virtuales que de los reales. Esto ya ocurre y creo que es grave.