Idealista rectifica su política con respecto a las direcciones de Gmail, y abre la suscripción a sus boletines y búsquedas a usuarios con cualquier dirección de correo. El asunto fue amplia y animadamente debatido en esta página y en muchas otras hace unos días, discusión en la que participó también Jesús, de Idealista. Uno de los comentarios que hacía Jesús era el siguiente:
«En cualquier caso no es nuestra intención crear polémica. Si el usuario de internet, y la legislación, no perciben esta realidad como nosotros es más fácil para nosotros permitir el uso de Gmail que intentar convencer a nadie.»
Efectivamente: Idealista puede estar o no de acuerdo con la publicidad contextual de Gmail y su impacto en la privacidad, pero al impedir el uso de direcciones de Gmail fastidiaba a sus usuarios y se posicionaba de una manera seguramente muy poco interesante o deseable para una empresa. Al rectificar, Idealista consigue, en primer lugar, alejarse de la polémica. Pero además, logra situarse como lo que era ya antes de crearla: una empresa creada por gente de la red, que escucha la red e intenta entender la red de la mejor manera posible. Si una decisión, por lógica que pueda parecer en un primer momento, genera una actitud negativa, lo mejor es repensarla y, si las circunstancias lo recomiendan, rectificar y capitalizar el interés generado. Seguramente, Idealista estaba ya en la cabeza de muchos de los participantes y lectores de la pasada discusión antes de iniciarse la misma. de hecho, varios participantes en la discusión comentaron que habían encontrado la casa en la que vivían mediante Idealista. Sin embargo, después de la discusión, seguro que Idealista está en la cabeza de todos. Y después de rectificar, además, hasta puede estarlo con una connotación positiva.
Llevo varios días comentando en varias conferencias y artículos la importancia de que las empresas tengan «muchos ojos y orejas» para escuchar lo que les viene del mercado. La experiencia de Idealista demuestra que, para algunas empresas, desarrollar esos «ojos y orejas», y la cintura adecuada para saber reaccionar a lo que éstos ven y escuchan, resulta perfectamente posible. Posible y sumamente recomendable.