Me ha pasado un sábado muy entretenido dándole al bricolaje: desde que me cambié de casa, estaba sin altavoces en la parte de atrás del salón, porque la forma que tiene el mismo me impedía pasar los cables sin que quedasen tirados por el medio de la habitación. Así que las opciones eran:
- Comprarme un home theater nuevo e inalámbrico. Descartado por ser caro, porque el que tengo funciona perfectamente, y porque sus altavoces Infinity me gustan mucho.
- Subir un cable por la pared hasta la moldura del techo, y pasarlo por allí. Implica superar una puerta y que cuando mires hacia la moldura, se vea algo. Decididamente no.
- Pasarlo por las canaletas de los enchufes. El ruido debido a la interacción con los cables eléctricos se limita, me dicen, a un imperceptible zumbido cuando el volumen está muy bajo.
Visto lo visto, me pongo con la opción 3. El caso es que, convenientemente ayudado por mi amigo Alberto, hemos tenido que pasar dos cables por detrás de la pared, a través de dos cajas de empalmes y tres enchufes, hasta la pared contraria del salón, sacarlos allí y pinchar los altavoces. Todo un trabajazo, sobre todo porque la guía se atascaba cada poco tiempo y había que luchar con ella a brazo partido.
Pero lo que realmente me dio ganas de postear sobre ésto vino de la visita que tuve que hacer al Mediamarkt a comprar los cincuenta metros de cable de audio correspondientes: al pasar por la sección de HiFi, me enseñaron un amplificador de gama alta de Onkyo, con sonido THX, y… ¡¡equipado directamente con WiFi!! Es Net-Tune, un sistema que te permite gestionar tus radios en Internet, tus descargas, organizar tu música en playlists, etc. y distribuirlas por toda la casa. Me ha dejado completamente encantado. No porque me lo vaya a comprar mañana, sino por lo que representa como tendencia. Es la idea del hogar inalámbrico, que yo tengo montado «a escala artesanal», pero en plan «pro». Cada vez más, la música en casa residirá en un ordenador, al cual, lógicamente, llegará mediante redes P2P, y será reproducida en cualquier lugar de la casa mediante conexiones inalámbricas. ¿Quién quiere esos estúpidos CDs que las discográficas se empeñan en seguir vendiéndonos? Yo, desde luego, no.
¿Siguiente paso? Tu música, tus fotos, tus contenidos en general, dejarán de estar en tu casa, para vivir en un servidor remoto de una compañía que te ofrezca almacenamiento barato, seguro, y accesible mediante conexiones rápidas de bajada y subida desde cualquier lugar. Tu servidor personal. Quien venda ese tipo de servicio, seguro que tendrá negocio. Como lo tendrá quien ofrezca los correspondientes canales de comunicación para ello. Hace unos años, cualquier cosa por encima de los 56Kb. de mi módem me parecían ciencia-ficción. Hoy, la velocidad de mi ADSL, a pesar de haber sido doblada, me parece una porquería, y ya siento que necesito mucho más.
Leo el periódico en el tablet. Veo las fotos en la televisión. Escucho la música a través de la red inalámbrica. El hogar lleno de pantallas y antenas que Nicholas Negroponte describía en «El Mundo Digital» ya no me parece tan lejano.