Bill Gates, al que tuve la ocasión de conocer en Madrid en el año 91 cuando le otorgamos el MBA Honoris Causa y de saludar en UCLA ocho años después, es sumamente inteligente. Es una de esas personas que cuando hablas con él te da la impresión de llevar un procesador mejor que el tuyo, que procesa en paralelo y analiza rápidamente lo que le vas diciendo mientras te escucha. Una demostración clara de su inteligencia viene dada por estas declaraciones, en las que se posiciona claramente en contra de la persecución implacable y absurda que la industria de la música está llevando a cabo contra sus usuarios. Hasta aquí, todo bien, no hace falta ser ningún estratega de nivel internacional para darse cuenta de que lo que está haciendo la industria es lo más estúpido que se ha visto en la historia del Management. Lo verdaderamente interesante es como consigue posicionarse a favor de los usuarios y en contra de este tipo de iniciativas, mientras en la otra mano sostiene sus iniciativas de Digital Rights Management (DRM) y las ofrece como una salvación a los problemas de una industria en crisis.
Lo que Bill parece buscar con este movimiento no es sólo que la industria venga en pleno y abrace entusiasmada la iniciativa DRM como estándar, sino, en segunda derivada, evitar el peligroso movimiento de rebeldía que se esta generando en los usuarios contra todo lo que huela a copyright. Si las discográficas continúan poniendo perdido el escenario con sus estúpidas iniciativas de gallina descabezada, el DRM de Bill podría nacer muerto. Encontrarse un escenario en el que los usuarios, simplemente, rechazan todo lo que venga de la industria establecida – y espantosamente debilitada en su imagen – y dan su amorosa bienvenida a músicos, consagrados o no, que funcionen de manera independiente al sistema de copyright. Músicos que intenten generar una difusión gratuita lo mayor posible de su música, para posteriormente ganar dinero con la reproducción en vivo y a través de medios de comunicación, con merchandising, etc. Es decir, el modelo siguiente, lo que los analistas parecen apuntar que viene, y que recibirá un gran impulso en cuanto un artista consagrado medianamente avispado se de cuenta de hasta que punto merece la pena explotar esa rebeldía subyacente.
Entre un futuro con DRM y un futuro sin copyright, yo tengo claro lo que prefiero. Pero Bill os aseguro que también.
como dice el slogan «yo estuve allí» recién terminadito mi executive MBA y tengo que decir que Bill estaba bastante atontado (imagino que con el jetlag) pero dijo por aquel entonces que en un par de años el 80% o algo así de los pc’s estaría conectado en red de área local y la verdad es que no se equivocó. Es curioso que deprisa asimilamos los cambios. Ya no nos acordamos de lo que era trabajar en un pc (el que lo tenía) desconectado no de la web, sino hasta de la impresorta de la esquina.
Pues yo no tengo el gusto… voy a tener que decidirme a salir del pueblo un día de estos :)
Lo que si que hice en su momento fue leer el libro que el amigo Bill publicó (‘los negocios en la era digital’, versión traducida) y es cierto que entre la mucha palabrería que traía había algunas ideas interesantes. Supongo que uno no llega a su posición siendo un patán :)
Gracias por la noticia, Enrique.
Que Bill Gates no tiene un pelo de tonto, pues debe ser verdad aunque sólo sea por el dinero que ha ganado gracias a su cabecita.
Ahora, quizá su análisis no sea parejo a la gran capacidad intelectual que tiene. Que la solución de la industria discográfica no es la que propone el ministerio público estadounidense, es algo meridianamente claro. En lo que está errado es en el problema, que no es la copia no autorizada, sino las ventas. El cifrado electrónico de datos no solucionará los problemas de la industria, no porque la gente no respete los derechos de autor, sino porque la restricción digital de derechos es algo que está fuera de los derechos de autor.
Si uno no vende buenos productos a precios razonables, es lógico que las ventas decaigan.