Enrique Dans

Los procesos de difusión de tecnología son algo que me fascinan, me intrigan, me atraen poderosamente. Bucear en las razones, en el porqué algunas selectas tecnologías aciertan de pleno en el centro de alguna mágica diana, mientras que muchas otras, la mayoría, no consiguen llegar al tipping point ni dispararse en la carrera exponencial, en eso que llaman los americanos el «skyrocketing success«. Tras esas razones, que cada día me parecen más extrapolables, más trasladables de una tecnología a otra, y, por tanto, más predecibles o incluso manejables, se esconden «los secretos del Grial» de la mecánica de los mercados, esa serie de claves o hallazgos por los que todo marketer ofrecería seguramente hasta algunos años de su vida.

Uno de esos casos paradigmáticos es, sin duda, el impresionante éxito en Brasil de Orkut, la red social creada por Google a partir de la idea de su empleado, Orkut Buyukkokten. Hablamos de ello hace mucho tiempo: al cabo de no mucho tiempo del lanzamiento de una red social inicialmente pensada para norteamericanos ubicados en su territorio nacional, los brasileños se lanzaron en tropel a la Red y tomaron Orkut por asalto. Las estadísticas se dieron la vuelta, el idioma predominante pasó a ser el portugués, hubo protestas de los norteamericanos porque había una gran cantidad de páginas que eran incapaces de entender, Orkut empezó a intentar fichar progradores con conocimientos de portugués… toda una revolución.

Hoy estuve hablando sobre ese fenómeno de difusión. Me comentaron como durante ese mes o dos meses de «fiebre», Orkut se convirtió en un tema central evocado en todas las conversaciones. Las personas empezaron a utilizar Orkut para revivir sus redes del pasado: el grupo de clase del colegio, los amigos del servicio militar… Después, muchas de esas personas que habían usado la red en esas circunstancias, pasaron por su peculiar travesía del desierto: se dieron cuenta de que el haber dejado de ver a una persona durante años y años hacía que los temas de conversación comunes no surgiesen fácilmente, y que muchísimas de aquellas relaciones «rescatadas» volvían a perecer al cabo de escaso tiempo.

El tema Orkut en Brasil sería un caso de estudio francamente interesante. Que pena no poder desdoblarse y hacer varias cosas a la vez…