Enrique Dans

Reflexiones interesantes en SmartMobs, al hilo de un buen artículo en MIT Technology Review, sobre el incipiente Spam over Internet Telephony, SPIT (como decía Seth Godin, el nombre le va muy bien). La tesis del artículo original es muy acertada:

«los spammers han estado cerca de arruinar el e-mail como medio de comunicación, y ahora intentan hacer lo mismo con la telefonía sobre Internet. El tiempo de detenerlos es ahora».

La posibilidad de recibir en nuestros ordenadores mensajes sonoros (o escritos, como el mío de Skype de anteayer) que un vil parásito envía indiscriminadamente a un coste ridículamente bajo, como dice el artículo original, en plan carpet bombing supone una auténtica pesadilla. Hasta el momento, el mercado de usuarios de VoIP aún no resulta tan jugoso como para que aparezcan verdaderos spammers (o spitters… «escupidores») profesionales, pero dado el crecimiento previsto, está claro que en breve nos encontraremos con otro monstruo con tantas cabezas como el spam. La idea, no obstante, parece basarse en temas relacionados con las redes sociales, es decir, el equivalente a algunos aspectos del SenderID: que sólo puedan llamarme aquellos que he autorizado. A mí la solución no me emociona en absoluto, prefiero un sistema abierto, en el que cualquiera pueda llamarme como me llama por teléfono, sin bloqueos tecnológicos, pero con bloqueos, por así decirlo, «protocolarios». Que sea el propio sistema el que se acabe autoregulando de alguna manera, tal vez en virtud de las represalias que los consumidores adopten contra los productos anunciados vía spam. Pero francamente, no lo sé. Los lunes por la mañana, mientras borro los ene mensajes que han conseguido superar mi sistema de filtros de bandeja de entrada, tiendo a pensar más en aislar a los spammers en una habitación sin puerta y que mueran lentamente por incontinencia, como hizo este desalmado con sus Sims…