Muy largo, pero muy bueno este artículo de Paul Graham adentrándose en el concepto de hacker, en sus sistemas éticos, su forma de actuar y, sobre todo, el valor que representan para la innovación y la sociedad. El artículo comienza por desentrañar esa dualidad del término que llevas a tantas confusiones: un hacker es una persona capz de hacer que un ordenador haga exactamente lo que él quiere, lo cual se utiliza muchas veces para entrar de forma irregular y no autorizada en otros ordenadores. O al revés, se entra en otros ordenadores de manera irregular para probar y desarrollar la habilidad de hacerlo, porque una de las características fundamentales de un hacker se ve al ponerlo ante cualquier cerradura: siente una biológica necesidad de abrirla. Sin embargo, un hacker es también un término que se utiliza para denominar a un buen programador, lo cual, lógicamente, va muchas veces unido a lo citado anteriormente. Así, un hack puede ser una forma de saltarse las normas, pero también un recurso de programación bueno o brillante, de manera que puede ser usado en positivo o en negativo, normalmente según quien lo utilice.
Pero la miga del artículo viene cuando desarrolla la idea del papel de los hackers en la innovación y el progreso. Citando textualmente,
It is by poking about inside current technology that hackers get ideas for the next generation. No thanks, intellectual homeowners may say, we don’t need any outside help. But they’re wrong. The next generation of computer technology has often– perhaps more often than not– been developed by outsiders.
Es decir, que los que primero desarrollan una tecnología, modelo o forma de hacer las cosas suelen estar sometidos a un ciclo de innovación. Llevados por filosofías como la del copyright y la patente, tienden a intentar rentabilizar su proceso, desarrollo o descubrimiento durante el mayor tiempo posible antes de proponer su reemplazo. Es decir: una clara maximización del bien particular frente al bien colectivo. Por ejemplo, una empresa puede desarrollar un fantástico programa, sacarlo al mercado, y pretender amortizar sus costes de desarrollo vendiéndolo el mayor tiempo posible. Pero si ese programa es además hackeado y mejorado posteriormente, y acaba dando lugar a una solución superior, el mundo estará mejor, aunque bajo el modelo actual, el propietario del programa original pueda verse perjudicado.
El artículo abunda en conceptos a los que llevo mucho tiempo dando vueltas, y que de alguna manera quiero ser capaz de poner en negro sobre blanco: en algunos casos veo claramente como una transición a un mundo en el que el copyright se considere una absurda aberración del pasado comparable a la Inquisición puede redundar en modelos de generación de valor para quienes previamente ostentaban ese copyright. Lo veo claramente (y lo desarrollo todo lo que puedo) en mi caso, en mi faceta de generador de contenidos académicos. Creo verlo, aunque necesitaría estar más «dentro» de la industria, en el mundo de la música. En el cine o en los libros, por ejemplo, se me empieza a tambalear, en el software también… estoy seguro de que tiene que ver con lo que comentaba ayer al hilo del post de Clayton Christensen, es como estar en la entrada de una cueva y verlo todo negro. Seguro que si te aventuras en el interior encontrarás la forma de seguir generando valor en el nuevo escenario si de verdad lo generabas en el anterior, pero dar un salto al vacío es mucho pedir, de manera que todos los implicados tienden a oponerse y a demonizar el cambio. Me encantaría sistematizar de qué manera se da la generación de valor en una industria después del impacto de una tecnología disruptiva. Sería un trabajo de clase mundial. La clave de muchas cosas. Y tengo además esa sensación de que es algo sencillo, que está ahí, delante de mi nariz, pero no lo acabo de ver…
Muy muy interesante reflexión. ¿Cómo hacemos para desarrollarla más?
Quizás, sólo quizás, debamos sufrir una glaciación tecnológica…y empezar de nuevo…(ojalá entre tod@s, sobre todo aquellos a quienes cariñosamente llamamos «gurús» sepáis encontrar una solución no traumática al conflicto existente hoy con el copyright; concepto que, se mire por donde se mire, y a pesar de la legislación vigente, ha quedado obsoleto como modelo negocio y, sobre todo, como avance de la cultura y la tecnología).
Quizás, sólo quizás, nuestros esfuerzos debieran dirigirse a ayudar a encontrar un nuevo modelo de negocio a quienes hoy viven del copyrigth…si no el mercado y la humanidad harán desaparecer a estos «dinosaurios».
Quizás, sólo quizás, eso es lo que deba ocurrir. La 5Ã?ª glaciación.
Resulta absolutamente diáfano que si al ser humano le disgusta el cambio, mucho más a los entes que, emborrachados con los frutos de su copyright y sus patentes, no aciertan a ver una alternativa a su modelo de negocio. Pero no olvidemos una cosa, por más que intentemos convencerles de las bondades de esa alternativa que con toda seguridad existe, finalmente todo dependerá de que asuman el RIESGO, y quizá muy pocos estén dispuestos a ello. Probablemente entonces habrá que convencerles de que el riesgo está implícito en el crecimiento y, por qué no, en la superación de un modelo que se demuestra cada día más desfasado.
Creo que muchas veces estamos ciegos ante lo evidente y puede que eso sea lo que nos ocurre: el nuevo modelo está ahí mismo, pero nos hace falta acertar con la perspectiva. Por eso, cuantos más le demos vueltas, más perspectivas podremos analizar, y alguna de ellas será la válida, no hay que desesperar.