Leyendo Slashdot he visto esta noticia, que promete polémica: las aseguradoras inician pruebas de una caja negra para automóviles, que registra variables del tipo velocidad, geolocalización (rutas), estado de las pastillas de frenos, revisiones, etc.
A mí me sugiere una idea, la «traceable life«, con la que he jugado a menudo: sales de tu garaje, y la IP de tu coche se «loggea» en la carretera. Graba la velocidad a la que vas y las cosas que haces, y si cometes infracciones, te factura la correspondiente multa. Y ya puestos, puedes hacer pública parte de la información y que quien tú quieras pueda saber donde estás. ¿Asusta? Sin duda, pero puede resultar interesante pensar en las implicaciones. Yo le piso bastante al acelerador, a lo cual contribuye por un lado el peso de mi pie y, por otro, el hecho de que suela hacer de manera casi mecánica el mismo recorrido casi todos los días, que por tanto me conozco al dedillo. Pero pisarle mucho quiere decir no sólo que infrinjo una ley de manera consciente, sino que además, si me la pego, puedo hacer y hacerme mucho más daño y causar un perjuicio económico indudablemente mayor. Esto quiere decir que, siguiendo la misma mentalidad, debería, si soy coherente, aceptar que una aseguradora me cobrase más por el hecho de darme el capricho de pisarle mucho a mi coche.
Sin duda, la seguridad en la carretera se incrementaría una barbaridad con una medida de este tipo. Pero… ¿privacidad o seguridad? Un coche es un vehículo de transporte, no una «expresión de la personalidad o el estado de ánimo», y eso provoca asimetrías: me encanta ir rápido, sí, pero me fastidia profundamente que otro que también quiere ir rápido me ponga en peligro con una maniobra arriesgada, por ejemplo. Técnicamente, como nos avanza la noticia, el tema empieza a ser perfectamente posible: es el momento de darle una vuelta a las potenciales implicaciones.