Se ha comentado en infinidad de sitios: Microsoft abre su código a más de sesenta gobiernos como reacción ante la pujanza del software libre (aquí en Reuters, aquí en El Navegante). Y la pregunta es… ¿tiene mucho interés esta noticia? ¿Significa de alguna manera que Microsoft ha «entendido el mensaje»? Desde mi punto de vista, no. Compartir el código de esta manera no hace a Microsoft mejor ni peor: simplemente evita las suspicacias de algunos que pensaban que dentro del blindado e inaccesible código se escondían trampas secretas, resortes capaces de permitir el acceso de la compañía a los ordenadores que lo estuviesen utilizando, entradas secretas preparadas para paralizar la economía de un país entero y demás paranoias típicas de gente que ha visto demasiadas películas policíacas. Al abrir gran parte del código de sus sistemas operativos y de Office, Microsoft intenta evitar esas suspicacias, que habían sido utilizadas como argumento para algunos de los gobiernos y administraciones que habían anunciado su paso a Linux.
Sin embargo, abrir el código no es lo mismo que hacerse de código abierto. Puede sonar parecido, pero no es en absoluto igual. Hacerse de código abierto, en el caso de Microsoft, implicaría una invitación a programadores de fuera de la compañía a mejorar el código, a enfrentarse a sus problemas de seguridad, a unirse a un esfuerzo común para obtener un sistema operativo mejor. Pero claro, curiosamente, una de las grandes motivaciones para que los programadores que contribuyen con su esfuerzo a la pujanza de Linux lo hagan es la idea de enfrentamiento a un enemigo común, encarnado en la empresa de Redmond, con lo cual conseguir embarcar a valiosos recursos externos en una aventura semejante se me antoja complicado. Pero hay un tema más de fondo: si algo es de código abierto, debe mantenerse como tal, de manera que Microsoft no podría de repente cerrarlo, empaquetarlo y venderlo como algo cerrado. Por tanto, la apertura del código implicaría un cambio en el modelo de negocio de Microsoft, en la misma esencia de su forma de ganar dinero.
¿Estará en algún momento Microsoft dispuesta a hacer algo así? ¿No una cosmética apertura de una parte de su código a aquellos clientes importantes que amenazaban con irse, sino una verdadera apertura con invitación incluida a otros para que participen? La respuesta a esta pregunta hoy es claramente un no como una casa. Pero la pregunta, realmente, es ésta: a medio plazo, ¿es posible para Microsoft mantener el liderazgo y sobrevivir en un sector que ya ha dado el paso hacia el modelo software libre? ¿Es posible para las discográficas sobrevivir en el sector de la música haciendo lo mismo que hacían antes del P2P? ¿Pueden los vendedores de barras de hielo sobrevivir al impacto de la invención de la nevera? ¿Sobrevivirán los aguadores al desarrollo de las redes de cañerías?
Los nervios de Microsoft no vienen de que tenga que enseñar parte de su código para eliminar suspicacias, sino de que vaya a tener que cambiar profundamente su modelo de negocio. Podría llegar el momento en que viésemos a Richard Stallman colaborando con Microsoft, pero ¿qué significaría eso para Microsoft?
Tengo claro que la Microsoft del futuro no vivirá de lo mismo que vive la Microsoft de hoy. Pero, digo yo… ¿qué hay en esto de sorprendente? ¿No resulta casi habitual en este sector? Hemos visto a IBM pasar de la venta de hardware, a la venta de software y, posteriormente, a la venta de servicios de consultoría. Es una empresa que se ha reinventado a si misma en repetidas ocasiones, y ahí sigue, sólida como una roca. ¿Por qué vamos a negar a Microsoft la posibilidad de reinventarse a si misma de una manera similar?