Hablamos hace unos días sobre SMS, y el tema suscitó cierta atención y comentarios interesantes. Vale la pena leer este artículo del International Herald Tribune sobre el tema. Da una idea de la magnitud del fenómenos en la actualidad (un billón de mensajes al día, aproximadamente uno por cada seis personas en la Tierra, pero obviamente muy concentrados en determinados segmentos de mercados y usuarios), y menciona además brevemente algunos usos interesantes para los que están siendo utilizados los SMS en otros mercados. Hay de todo, desde lo comercial, hasta lo religioso, pasando por lo policíaco…
Uno de los comentarios al citado post anterior hablaba del tema de la intrusividad, y se planteaba hasta que punto un mensaje que sonaba en tu bolsillo era o no intrusivo. En la concepción clásica, la intrusividad se define como instantánea: es decir, no es tanto la reflexión posterior de «hmmm… ¿de dónde habrán sacado mi número de móvil?» como el hasta que punto te molesta en el momento de entrada de la comunicación. Así, las variables clave que afectan a la intrusividad definida como tal son la sincronía o asincronía del medio, y la naturaleza del medio en sí. Un vendedor llamando a nuestra puerta resulta enormemente intrusivo, porque precisa ser atendido en el momento (no podemos archivarlo para más tarde) y porque la naturaleza del medio (interacción cara a cara) es muy intrusiva de por sí. El teléfono es casi igual, pero es más fácil colgar sin explicaciones que cerrarle la puerta a un vendedor en las narices, aunque aquí entran todo tipo de usos y costumbres sociales. El SMS, como tal, es menos intrusivo que la llamada al móvil por su característica de respuesta asíncrona, y porque el tono de información de recepción es breve, de manera que no resulta muy molesto en medio de una reunión u ocasión similar. Pero esta es la respuesta «académica», según como se define la variable «intrusividad» por aquellos que la intentan medir. Obviamente, recibir un SMS de alguien que tú consideras que no debería tener acceso a tu número de móvil es molesto, aunque posiblemente agradezcas que te envíe un SMS en lugar de llamarte, lo que en sí sería más intrusivo.
Lo unico que me hace discrepar es que, en este mundo «always on», la asincronia cada vez es mas escasa y, cada vez mas,la gente permanece enganchada de continuo a la espera de nueva informacion (vease quinceañero/a con movil, esperando continuamente ese siguiente SMS, vease cualquiera de nosotros en el trabajo, con el correo electronico, contestando casi tipo FIFO) por lo que el indice de intrusividad, si no es igual al del vendedor, cada vez es mas parecido.