Efectivamente, el mundo cambia. Ahora es el mercado de la plata al que le entran sudores fríos al ver como sus principales clientes, las empresas de fotografía, van abandonando sus líneas de negocio basadas en este metal. Tengo dudas de que este abandono sea total. Como bien comentaba mi tío, profesional de la fotografía desde hace muchos años, en este post de hace meses, es posible que en un futuro volvamos a utilizar el papel de haluros de plata, porque las fotos que hoy imprimimos en nuestras impresoras tienen una duración ridículamente baja. Muchos tenemos ya pruebas de ello, la semana pasada visité la casa de los abuelos de mi mujer, donde tienen varias fotos de mi hija impresas en impresora y enviadas por mí, y la mayoría están que da pena verlas, totalmente desvaídas y perdidas de color. Pero aunque volviésemos a los procesos tradicionales basados en haluros de plata para el revelado de determinadas fotos, no cabe duda que el varapalo a la industria tradicional de la plata es durísimo: no sólo imprimiríamos muchas menos fotos, sino que además se deja de utilizar toda la plata antes incorporada en los carretes de película.
Reflexión al margen: ¿en algún momento se le ha pasado a alguien por la cabeza la posibilidad de ilegalizar la fotografía digital, demonizar a sus usuarios o intentar cobrarles un canon asociado al número de fotos que hagan? No, ¿verdad? Simplemente, el mundo ha cambiado, las tecnologías hoy son diferentes, hay actividades que pierden su sentido, y es preciso adaptarse o desaparecer.