Entretenida lectura este artículo de Patricia O’Connell en Business Week sobre eBay como «experiencia» próxima a la caza, a la captura de esa pieza codiciada a un precio interesante. En franca contrapartida con este de Amey Stone de hace unos días, también en Business Week, «eBay, Who needs it?«, en el que se plantea que ella prefiere comprar a un precio fijo a tener que soportar lo que define como «un pesado proceso de compra», prácticamente un full-time job superpuesto a sus ya de por sí intensos quehaceres cotidianos.
El papel de eBay en el desarrollo de mercados que antes, simplemente, no existían, me parece fascinante. Antes de eBay no existía un mercado para los coleccionistas de dispensadores de caramelitos Pez, ni para tantas otras categorías que pueblan el índice del sitio. Antes, una persona tenía que soportar que infinidad de cosas se amontonasen en su desván, o bien cuasi-regalarlas en una garage-sale, supoiniendo que las convenciones sociales de la sociedad en la que vive le permitiesen hacer una garage-sale. No quiero ni imaginarme qué pasaría si a mí, de repente, harto de la cantidad de objetos para mí inútiles que pueblan mi trastero («One man’s junk is another man’s treasure«, que dicen por allá), me diese por extender una manta en la acera, poner encima mis cosas, llenar el vecindario de carteles fotocopiados con flechas en la dirección de mi casa, y esperar sentado a que viniese la gente. Seguramente, la reacción de mis vecinos se dividiría entre los que directamente me denunciarían a la policía o a las autoridades sanitarias, los que me ofrecerían dinero para salir de mi mal paso, y los que me dejarían de hablar y dirían a sus hijas que no jugasen con la mía.
Paralelamente a este desarrollo, aparece toda una pléyade de herramientas adicionales. Ultraconocido ya es el caso de PayPal, ahora propiedad de la misma eBay (y empezando su incursión en Europa). Menos conocido, pero igualmente interesante, es AuctionSniper, un sitio que te propone que te mantengas alejado de la subasta del objeto que te interesa, para evitar «calentarla» e incrementar su precio, y «disparar» tu oferta, en plan francotirador, unos segundos antes de que la subasta se cierre. Desde el punto de vista de los mecanismos de subasta cuya definición dio a William Vickrey el Premio Nobel de Economía en 1996, el tema resulta fascinante. Los efectos de una herramienta como esta (y como otras que han aparecido y sin duda seguirán apareciendo) en un mercado como eBay también lo son. Cuando aparece un nuevo ecosistema, aparecen con él nuevas especies que luchan por colonizarlo, dando lugar a procesos interesantísimos.