eBooks y viaje de vuelta

Como tenía unas horas de espera en una salita muy agradable que habían instalado en la Getulio Vargas, otras cuantas más previsibles en la sala VIP del aeropuerto de São Paulo (donde hay que ir con varias horas de antelación por posibles imprevistos) y estaba un poco harto de escribir el artículo con el que he estado entretenido casi todo el tiempo durante el viaje, me puse a jugar con lo que encontré por allí. No había wi-fi, pero sí un par de portátiles conectados para que los invitados pudieran chequear su e-mail y esas cosas (los dos posts anteriores, el de la Web semántica y el de BitTorrent, los hice desde allí). Así que me puse a ver si era capaz de conectar la PDA a un portátil, y así me bajaba algún eBook para el largo viaje. Llevo mucho tiempo viendo pasar eBooks, pero no me había puesto a leerme ninguno en serio, así que me apetecía probar otra «experiencia tecnológica».

Primero, conseguí conectar con el portátil vía puerto infrarrojos (infravermelho, claro, que para eso estaba uno en Brasil). Para ello, tuve que crear una nueva conexión en el portátil, pero la verdad es que, aunque no lo había hecho nunca y todos mis intentos anteriores habían sido francamente frustrantes, esta vez resultó facilísimo. En un momento, cada vez que acercaba la PocketPC al puerto, aparecía un icono en la barra que decía que EDans-PocketPC estaba en rango. Al hacer clic en él, abría una ventana para especificar qué archivo querías enviar. Probé primero mandando a la Pocket uno de los archivos de música de ejemplo de XP, el Highway Blues de Marc Seales, que seguro que tenéis un montón de vosotros en vuestro ordenador y ni os habíais enterado. La Pocket, al cabo de un rato de ver pasar la barrita de progreso, te pregunta si lo aceptas, le dices que sí, y ya está… facilísimo. Así que, animado por el éxito, me puse a buscar un eBook apetecible.

Aquí la experiencia se puso más oscura. Entré primero en Amazon.co.uk, para comprobar que el catálogo de eBooks es mucho peor que patético. No hay prácticamente nada, y, además, el best seller recomendado en la categoría de eBooks era, por £2.56, «SUDDENLY SEXY: 21 Ultra Hot, Ultra Kinky Short Stories«, que, la verdad, no me parecía lo más adecuado para ir leyendo en un avión durante once horas (no había pensado yo en esta curiosa derivación «pendona» del consumo de eBooks… si veis a alguien con una sonrisa picarona mientras mira fijamente su PDA, ya sabéis lo que puede estar haciendo ;-)

Así que me fui a Amazon.com, donde mantengo mi clave y mi historia de gran cliente durante mis cuatro años californianos, aunque obviamente la dirección que figura ahora es la de Madrid. El catálogo es algo mejor, y la cantidad de libros que, al buscarlos simplemente porque te apetece leerlos, aparecen disponibles en formato eBook crece algo, aunque sigue siendo muy escasa. Tras un rato de búsqueda y duda entre varios candidatos, y comprobar como cambia la sensibilidad al precio (normalmente me trae al fresco gastarme once dólares en un libro, vamos, ni miro el precio, pero al ser un eBook me encontré con que mi «precio sombra» parecía estar en torno a los $10, y gastarme más me daba cierta «pereza»), acabé seleccionando uno de Clayton Christensen que me recomendaron hace tiempo aquí, en un comentario del blog. Y de repente… ¡SORPRESA! ¡¡Amazon se niega a venderme el eBook porque estoy en la Unión Europea, y me remite a sus international sites, UK o Alemania!! De donde yo, claro, acababa de venir porque el catálogo de eBooks era cortísimo… Desde luego, admirando como admiro a Amazon, lo peor que tiene es la gestión de sus sitios internacionales. El que yo haya tenido que empezar mi historia como cliente completamente nuevo en UK cuando Amazon.com ya tenía una riquísima historia de mis gustos y adquisiciones en USA, me pareció profundamente impresentable. Pero ya el que se nieguen a venderme algo, y encima electrónico, porque estoy aquí y no allí, me parece mucho peor. Esto va a caer en algún artículo en breve, seguro.

Así que me metí en Google, busqué eBooks gratuitos, cambié de intenciones y me encontré un sitio (entre un montón de ellos) que tenía un montón de clásicos en varios formatos de eBook. Me bajé los «Cuentos de Terror» de Poe, que no los había leído en inglés (para once horas de avión prefiero terror a sexo… si alguno se siente psicoanalista, por favor que se abstenga de comentarios, al menos en público :-) Lo bajé al portátil, lo traspasé al PocketPC por infrarrojos, comprobé que funcionaba, y me lo llevé puesto.

¿La experiencia? Pues francamente buena. De acuerdo que yo soy un poco rarito para estas cosas, pero no me pareció tan especialmente incómodo como dicen lo de leer un libro en la pantalla del PocketPC, aunque obviamente sea pequeñita. Pero podría acostumbrarme perfectamente a ello, y me parece más cómodo que cargar con un libro que, invariablemente, me dedico a dejarme en todas partes. Me leí casi la mitad entre el aeropuerto y el rato de después de cenar, también es verdad que el amigo Poe, aunque sea en relectura, engancha mucho. Pero como experiencia me ha gustado, seguró que repetiré con esto de los eBooks.

2 comentarios

  • #001
    E.Peñarroja - 28 junio 2004 - 10:12

    Lo he intentado varias veces, pero cuando llevo 15 minutos leyendo en una pantalla tan pequeña, empiezo a verlo todo borroso y tengo que dar por terminada la lectura.

  • #002
    TWeTteR - 28 junio 2004 - 18:17

    Bueno pues yo empece a leer e-books hace unos meses (tampo he leido muchos 4 o 5) pero realmente se acostumbra uno. Por cierto que tienes mas e-book gratis que pagando. Cosa rara. :).

    Saludos,

    TWeTteR

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