Llego, vía Joi Ito, a este fantástico y amplio artículo de Business 2.0 sobre la llamada sharing economy. El artículo habla de ese instrumento que muchos llevamos tiempo utilizando, Creative Commons, y que fue inventado por Lawrence Lessig, Profesor de Stanford (vaya, a veces los profesores somos capaces de crear algún valor ;-) El artículo califica esta sharing economy como una industria multibillonaria, por el valor que es capaz de aportar en términos de herramienta de marketing a artistas, intelectuales y generadores de contenido de diversos tipos interesados en contribuir con su obra a la comunidad, y que buscan en cambio otro tipo de ingresos de manera creativa. Como todo esto queda, en primera lectura, un poco «fluffy«, vamos con un ejemplo, concretamente el mío: yo no cobro nada por escribir en mi blog, obviamente. Tampoco cobro nada por escribir en periódicos o revistas, aunque en alguno de ellos mantenga una colaboración más que sistemática. Por supuesto, me supone un esfuerzo, y evidentemente, genera algún tipo de ingreso cuantificable para quien publica esos contenidos, sabiamente mezclados con otros.
¿Donde está la racionalidad de un comportamiento así? En mi caso, yo lo utilizo para poder hacer aquello que de verdad me gusta: investigar y crear conocimiento. Gracias a mis actividades de ese tipo, puedo llegar a una empresa, quee suelen ser el sujeto de la mayoría de mis investigaciones, y obtener un acceso a la información mejor que si fuese un completo desconocido llamando a su puerta. Es más, me interesa que mi material, de cualquier tipo, sea utilizado por otras personas de la manera que ellos quieran, siempre y cuando (y así se establece en mi licencia), se cite la procedencia. Para mí, viniendo del mundo académico, es algo «natural»: escribes un paper, y cuanto más citado es, más importante eres y más beneficio le extraes, hasta el punto de haber desarrollado una medida, el citation index. Eso, además, realimenta mi particular «ciclo de negocio»: cobro por divulgar conocimiento en determinados foros, tales como clases y conferencias, y consigo además que mis contenidos sean mejores gracias a la incorporación del material obtenido en mi investigación. Eso hace que la empresa en la que paso más horas y que paga mi principal ingreso reciba, por un lado, el producto que espera (clases a un nivel satisfactorio), pero, además, infinidad de subproductos que también le suponen un aporte de valor, como publicaciones en congresos y journals, o incluso, si se puede medir de alguna manera, algún tipo de prestigio. Cerrando el círculo, la empresa sujeto de la investigación, que no me paga por investigar, recibe rendimientos derivados de las conclusiones de esa investigación en diversas formas. Francamente, mi sharing economy lleva años funcionando muy bien para mí y creo que para el resto de los implicados en el círculo. El Instituto de Empresa está contento (o eso parece, supongo que cuando no sea así me enteraré), los periódicos y revistas para los que escribo están contentos (o al menos siguen pidiendo artículos), los alumnos (casi todos :-) parecen contentos, las empresas me siguen abriendo la puerta, y yo tengo para vivir y me lo paso francamente bien.
En un ejemplo más sencillo (o con menos actores) sacado del artículo, un artista publica su música y permite su reproducción de modo gratuito en un portal de MP3. Sin embargo, su licencia exige un pago por el uso comercial, de manera que si un desarrollador de juegos de ordenador la escucha y decide usarla como fondo para un juego, debe pagar. Por un lado, proporciona al artista un canal de marketing interesante, por otro, da al desarrollador una exposición a música a la que dificilmente llegaría a tener acceso de otro modo.
Todo empieza con el papel reductor de fricción de la tecnología… pero, ¿donde termina? Cada paso que doy es nuevo, es diferente. Tengo claro que hago bien en no intentar hacerme rico escribiendo en prensa, pero ¿y los libros? Si escribo un libro, ¿debo venderlo a la manera convencional, o sería mejor publicarlo en una página e intentar que se difundiese lo más posible? Francamente, no lo sé. Es un tema que me tiene completamente fascinado.
Coincido contigo en que es un tema muy interesante. Habrás leído este
otro post de Joi Ito donde continua la discusión (por cierto que él es
consejero de Creative Commons):
http://joi.ito.com/archives/2004/06/28/why_free_for_commercial_use.html
Y yo me pregunto, ¿por qué no habrán dado ejemplo los de Business 2.0 facilitando el texto del artículo con una licencia CC? ;-)
Para el que quiera leer el artículo aquí está dividido en 4 páginas:
http://www.business2.com/b2/web/articles/0,17863,608619-1,00.html
http://www.business2.com/b2/web/articles/0,17863,608619-2,00.html
http://www.business2.com/b2/web/articles/0,17863,608619-3,00.html
http://www.business2.com/b2/web/articles/0,17863,608619-4,00.html
Hola:
Leyendo este artículo he pensando en el e-learning y en el proyecto del MIT de educación gratuita ocw.mit.edu, si hay universidades que ofrecen información de calidad y gratuita, ¿vamos a pagar por otra información de una calidad inferior? , al mismo tiempo la información lo es todo.
Supongo que al final es como las bibliotecas con inmensas estanterías para que terminemos leyendo el hola o el marca.
un saludo
carlos garea