Salió a principios de mes, pero se me olvidó comentarlo… «Wireless: Paseo por el Nuevo Mundo«, artículo de ComunicacionesWorld inspirado en mi paseíto por Europa de aeropuerto en aeropuerto y de hotel en hotel a finales de Mayo, del que tuvisteis información «en vivo y en directo» a través de esta página.
Y ya que hablamos de wireless, empiezo a sentirme un poco «como un mago»: Mi PDA nueva ya saluda al ordenador del despacho a través del Bluetooth cuando entro por la puerta, y se despide, aunque un tanto «a la francesa», cuando me voy (oigo el ruidito del ActiveSync mientras cierro la puerta del despacho, un poco en plan «¿pero a donde vas?»). Mientras estoy en el despacho permanece sincronizado, y además, accede a Internet a través de la Wi-Fi del vecino, o de la del Instituto si me acerco mucho a la ventana. En casa no estoy usando el Bluetooth, no tiene mucho sentido cuando el sitio natural donde «vive» la PDA es su cunita de sincronización, y la Wi-Fi funciona, aunque la verdad es que tampoco la utilizo demasiado desde ahí.
En fin, que las cosas empiezan a funcionar, después de unos días de trastear con ellas… ¿qué tiene entonces de mágico? Pues el hecho de que no funcionen «de manera matemática y exacta», sino más bien «mágica», algo que me imagino puede ser capaz de desesperar a cualquiera que no se dedique a explorar la tecnología por vocación como yo. Lo de que la Wi-Fi funciona, es una verdad a medias: es profundamente veleidosa, es decir, funciona cuando quiere. Aparecer aparece, sí, aparece siempre y te deja que «la veas», pero de ahí a que se digne a «saludarte» y que su DHCP te «conceda la merced» de una IP, va un rato. Además, no parece conectado con nada que hagas o digas, sino más bien con el azar. De entrada pensaba que no, que seguro que no, que era más bien eso de que los ignorantes recurrimos al azar o a la magia cuando las cosas no parecen tener explicación, pero hace unas semanas, uno de mis mejores amigos, ingeniero por formación y vocación, me confesó que a él en casa le pasaba exactamente lo mismo, y que de hecho estaba empezando a buscar explicaciones por las cuales los protocolos de la red funcionaban o no en conexión con cosas como las fases de la luna, las mareas o las conjunciones astrales. Es decir, encuentras la red, te conectas a ella, y «normalmente» navegas. Pero otras veces, nones, y tienes que cambiar algo, «despertar a la tarjeta», desconectarla y volverla a conectar (que típico de la informática de toda la vida, ¿no?) o simplemente esperar un ratito a ver si «se ambienta».
Yo he llegado al esquizofrénico momento en que estoy siendo perfectamente capaz de reproducir música del ordenador principal en otro ordenador de la casa a través de la Wi-Fi mientras, en otra ventana, ese mismo ordenador me informa amablemente de que la red no está disponible o el recurso compartido no se encuentra. Y yo, ahí, escuchando la música y pensando «pues no sé, o es magia, o proviene del éter, o los Black Eyed Peas son mis vecinos de al lado y cantan muy alto…»
Funcionar, acaba funcionando, normalmente mucho mejor cuando no estás intentando enseñárselo a alguien (efecto demo) o cuando no lo necesitas especialmente (Ley de Murphy). La verdad es que estos momentos de una tecnología, en la que los estándares están definidos y todo está en teoría listo para que ande, pero aún anda «como un niño pequeño», con vacilaciones y caídas, resultan francamente curiosos…
Del web log de Ricardo Figueroa http://www.mi-cafe.net/ rescato un enlace de NTT DoCoMo que es realmente interesante. http://www.nttdocomo.com/vision2010/index.html. Por lo menos a mi me ha dado por pensar «los tiempos tan fantasticos que nos quedan por vivir»
Muy buena la pagina Enrique! He leido casi todo. «Impressive», de verdad. enhorabuena por los textos, comentarios y analisis.
Newton