Me encanta esta ciudad. Me quedaría en ella una buena temporada. El caso es que ya estoy aquí, en el Crowne Plaza, y lo que me encuentro aquí, en «la ilustrada Gran Bretaña», es todo un derroche de posibilidades para la conectividad. El hotel está organizado en torno a un patio central, desde el que se provee conectividad wireless, que aparece como «muy buena» en mi tarjeta. Pero también puedo conectar por cable a mi tarjeta de red convencional, o por dial-up si me quiero dar al masoquismo. Eso sí, no es barato. El acceso de alta velocidad sale por treinta peniques por minuto, hasta un máximo de 54 libras al día, todo un capital… Así que me conecto, recupero mi correo, bloggeo un momentín y me salgo.
Previamente, en el aeropuerto de Colonia, otro episodio parecido al de Munich. Aquí es T-Online, no Vodafone, la que provee el aceso wireless a través de muchísimos puntos de acceso, sala VIP incluida. Pero claro, lo provee a aquellos que sean clientes de ellos, o bien lo paguen en el momento introducendo una major credit card en la página que sale al intentar entrar. Toda esta variabilidad de versiones de proveer acceso, desde las gratis total (se lo doy a usted porque está usted aquí y yo soy así de saleroso) hasta las fórmulas variadas de compra de una «tarjeta de rascar» con clave, petición de acceso a la recepcionista o página que te solicita tu clave de cliente de una red de un proveedor determinado me lleva a pensar en lo entretenidas que son estas fases de los negocios en las que todavía no existe un modelo definido, y los distintos competidores van probando unos y otros hasta encontrarse uno que sea aceptado por los clientes. Se me ocurren interesantísimas investigaciones al respecto, que empezarían por ubicar una encuesta al principio de la conexión que, al ser cumplimentada, daría acceso a media hora gratuita, o algo así. Completamente inofensivo para las cuentas de resultados de las operadoras, pero, si se hiciese con el rigor adecuado, perfectamente ilustrativo de lo que el cliente puede considerar aceptable. Desde mi punto de vista, lo ideal sería un proveedor al que yo pagase una tarifa más o menos plana, y que se encargase de gestionar todas las redes de pago que yo me encontrase en mis viajes y las llevase como si de un acuerdo de roaming se tratase, de manera transparente para mí y sin sacarme del esquema de pago que yo he firmado con ellos. Pero para eso supongo que aún falta algún tiempo. Las operadoras parecen ser, para ello, las mejor posicionadas, pero en este tipo de mercados, nunca se sabe…