Al hilo de esta noticia en El Mundo, sobre un estudio de Northwestern University acerca de la incidencia de errores en las recetas médicas… Confieso que al llegar allí me llamó enormemente la atención el sistema norteamericano, en el que un médico te entrega una prescripción, que tú llevas a una pharmacy, normalmente situada en el drugstore o supermercado de turno, en donde un empleado te entrega un bote etiquetado con la dosis y la cantidad necesaria. Mi problema, aparte de la rigidez de un sistema que te impide acceder a un simple medicamento para curarte un grano sin pasar por el facultativo, es que el empleado medio de este tipo de establecimientos tiene múltiples posibilidades de cometer errores al leer la receta, introducir el producto, mezclarlo, etiquetarlo o entregar el bote… Después tuve la oportunidad de comprobarlo en varios errores de los que fui testigo durante mi estancia de cuatro años allí.
El tema es: ¿Cuántos de esos errores se corregirían simplemente escribiendo la prescripción en un ordenador? Por no hablar de las posibilidades que ello daría a la industria farmacéutica de saber quien está realmente prescribiendo qué, y quien lo está consumiendo. Sin entrar en privacidad, donde por supuesto habría mucho que hablar, ¿no es la salud uno de los temas donde las tecnologías podrían aportar mucho, haciendo el entorno más controlado a la vez que regulando el acceso a la información?
Enrique, al respecto te puedo comentar bastantes cosas, ya que siendo Biólogo como tú, llevo en la industria, en la Sanidad, 17 años trabajando, en proveedores de importancia, y en la actualidad, en una compañía empeñada en aportar eficiencias a la gestión sanitaria (logística y de compras, tanto a nivel de procesos/porcedimientos, como de herramientas y ebenchmark). La prescripición electrónica es una realidad en algunas CCAA de nuestro país, y ha llegado por varios motivos, entre ellos, disminuir el tiempo vacío de valor añadido en las consultas, cuando un paciente crónico, espera, y ocupa tiempo del facultativo, para recoger sus recetas habituales. Con la prescripción electrónica, esto se obvia. Otro aspecto importante es la sustitución terapéutica de fármacos, evitar la picaresca del uso de una tarjeta sanitaria por múltiples personas (sobre todo en el caso de las de los abueletes, con lo que conlleva de fraude), la imputación de costes por proceso y de gassto por paciente, la «cadena de validación de la prescripción» y evidentemente, el evitar errores en cuanto al fármaco prescrito, su dosificación o interacciones con otros fármacos o con características del paciente o de su patología.
Un abrazo,
A.