Día completito con Bill Gates y sus muchachos… a ver, por un lado, me voy a Bilbao a dar una conferencia en el evento de presentación del CRM de Microsoft. Por otro, me llama Pablo Zamorano, de Expansión, y me pregunta mi opinión sobre la multa de la CE a Microsoft por prácticas contra la competencia. ¿Incoherente? No tanto, realmente… La aplicación de CRM que ha sacado Redmond, un año después de anunciarlo en Estado Unidos (menos mal que estamos en un mercado global… ni la música en sus peores tiempos tardaba tanto en cruzar el charco) me parece interesante, simple, bien pulida de cara al segmento PYME, fantásticamente bien integrada con Outlook y Office, y creo que se hará con un hueco en un mercado en el que nadie hasta el momento ha conseguido hacerse con una posición interesante. De ahí que me parezca fantástico que me inviten, y más si mi papel ahí es hablar de la importancia del CRM y de los factores que estamos encontrando como críticos en las investigaciones que estamos llevando a cabo en el Information Management Research Center. Otra cosa, completamente no relacionada con la anterior, es mi opinión sobre el affaire con Mario Monti: creo que ponerle a Microsoft una multa, haciendo que coincida con el hecho de ser la más alta que ha impuesto la Comisión, es algo completamente testimonial y que no sirve para nada. Las medidas tomadas, hacer que Microsoft saque una versión para el mercado europeo con y sin reproductor, tampoco (el versionado, en la economía digital, supone un esfuerzo ridículo). Ni siquiera sirve para nada la imposición de liberar parte del código para que otros puedan desarrollar sus aplicaciones al respecto. Nada. Peanuts, que diría un inglés. Con el nivel de cash que tiene en este momento Microsoft, esto es como meterle un dedillo en el ojo o darle una tobita en la nariz…
Lo que hay que reconocer, de una vez por todas, es que Microsoft es un monopolio. Un monopolio enorme, descomunal en algunos temas, muy superior al que pudo tener en su momento la Bell, a la que, por cierto, se obligó a subdividirse en Baby Bells. En el caso de Microsoft, la subdivisión podría traer consecuencias muy positivas incluso para la propia compañía. Pero vamos a leer primero el artículo de Pablo de mañana en Expansión, y después intentaré recuperar el ensayo que escribí al respecto como pregunta de mi major field exam durante mi doctorado, allá por 1998… curioso lo poco que ha cambiado el tema desde entonces…