El tema de los buscadores se anima. Ante la hegemonía absoluta de Google, nombrado marca más valorada del mundo por segundo año consecutivo, la reacción de Microsoft es exactamente la que se podía esperar: empezar a trabajar en su propio buscador, ahora en versión beta, mientras planea introducirlo de rondón en Longhorn, la próxima versión de su sistema operativo, con la excusa de que las prestaciones de búsqueda de información se han convertido en una parte inalienable de un sistema operativo. Obviamente, un intento de hacer con Google lo que antes hizo con Netscape. Mientras, Google va, de forma lenta pero segura, «invadiendo» nuestra pantalla: de ser un sitio al que vamos tecleando su dirección o pulsando en Favoritos, a estar presente de forma permanente en nuestro navegador con la Google Toolbar, y hasta cuando cerramos el navegador, con la Google Deskbar. Lo siguiente, seguramente, un par de prestaciones que Microsoft ya ha anunciado: la búsqueda en el propio ordenador o red integrada con la búsqueda en Internet, y algún tipo de «historial con esteroides» que evite esa sensación de «quiero algo que ví hace ene semanas, pero… ¿dónde #~&%! estaba?
En el medio de todo esto, la compañía con más premios Nóbel por metro cuadrado, IBM, anuncia también su nuevo buscador, WebFountain, enfocado al mercado corporativo.
¿Mi opinión? Que la competencia siempre es buena. Siempre y cuando no se convierta en una partida con las cartas marcadas, claro está.