He tenido un Aibo ERS-7de tercera generación en casa durante un día, o mejor, me imagino, he «conocido» a un Aibo… como experiencia, francamente interesante. Verme a mi llamando al Aibo, intentando que me siguiese, que obedeciese órdenes, y comprobando lo re-torpe que resulta al principio (lo cual te resulta muy chocante hasta que alguien te explica que es que claro, es un cachorrito que tarda seis semanas en crecer…) Ver a ese «animal» implica darse cuenta de manera casi inmediata de que su evolución como «perro» no tiene por que ser igual que la de otros «perros» similares, que en función de lo que le enseñes hará unas cosas u otras, etc. te hace darte cuenta de que, aunque esto sea poco más que un experimento divertido (a mi hija le ha encantado), la robótica es una ciencia muy interesante. Las lecturas de Asimov de hace bastantes años, cuando nos planteábamos si las Leyes de la Robótica eran necesarias, cobran ahora pleno sentido:
1ª Ley: Un robot no hará daño a un ser humano, ni permitirá por falta de acción que un humano sea objeto de daño
2ª Ley: Un robot obedecerá las órdenes recibidas de un humano, excepto cuando estas contradigan la 1ª Ley
3ª Ley: Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando dicha protección no entre en conflicto con las Leyes 1ª o 2ª
No es que yo sea muy paranoico, pero imaginarme al Aibo desobedeciendo alguna de ellas no me parece el mejor de los escenarios…
Personalmente, SÍ, creo que eres un poquito paranoico.
Ya te vale, papá… ;-)