Esta semana, entre lo de Google y el X European Conference on IT Evaluation, ando un pelín difuso… En cualquier caso, aprovecho para dar otra bienvenida a la blogosfera, esta vez a Salvador Aragón, Profesor de Sistemas y Tecnologías de Información del Instituto de Empresa y uno de los poco seres vivos que conozco más caóticos que yo (aunque en su caso es más justificable… él es un genio)
Otro tema: ¿Habéis visto el estudio de Informa Media Group sobre la piratería musical del que dan referencia hoy en El Mundo? No he visto la metodología utilizada (y suelo yo ser quisquilloso con esas cosas, como cuento en este working paper), pero para mí que se quedan cortos. La progresión tecnológica es rapidísima, y lo que hoy cuesta un rato y un dinerito en infraestructura hacer, en unos años será más sencillo y más barato. O la industria espabila, o esto va a ser de esos ejemplos que se cuentan en las escuelas de negocios como batallitas del abuelo Cebolleta…
La cuestión que abordáis en este «working paper» es interesante. ¿Y qué me dices de las firmas de consultoría?:
1) A la hora de abordar la realización de un plan de negocio para una compañía (ejemplo) las consultoras utilizan a las empresas de investigación como fuentes. Actúan así de correa de transmisión de los errores de éstas.
2) Como comentáis, la tendencia a regalar los oídos a los clientes implica una predisposición más o menos inconsciente a que «salgan los números». Por otra parte una decisión de acometer un proyecto puede significar la venta de más servicios al cliente.
3) Conectado con el punto anterior la remuneración de los consultores, generalmente, no está vinculada al cumplimiento de sus predicciones (ventas, rentabilidades, crecimientos, etc.).
3) A la hora de tomar decisiones los informes de las consultoras se utilizan como aval / parapeto: – Oiga, que esto no lo digo yo; que lo dice «Fulanito Consulting»-
Resultado: directivos y consultoras se encuentran cómodos con esta situación y se apoyan mutuamente. ¿Quién termina pagando el pato si hay problemas? El accionista.
Evidentemente no todos son malas noticias. En todo caso quizá podría ayudar un cambio en el modelo de remuneración y una mayor implicación de la empresa cliente en el proceso de consultoría.
Efectivamente, muchas consultoras utilizan datos generados por este tipo de empresas de pseudoinvestigación en un afán por legitimar sus posturas, o por tener un nuevo término calentito al que referirse (el caso claro de Gartner, por ejemplo, fabricando cada año «el nuevo acrónimo» para que toda la industria se suba a él). En la práctica, ese tipo de investigación está basada en muestras estadísticamente inaceptables, o sesgadas, o en instrumentos metodológicamente poco rigurosos y con revisiones de la literatura inexistentes. Son algo así como «contar habas», hacer unas preguntitas y contar cuantos dijeron blanco, cuantos negro y cuantos gris. La investigación debería tener algo más detrás, unas hipótesis, un interés en validar o negar conclusiones, o en comprobar si algo que ocurre asociado a un fenómeno determinado es trasladable a otro… Aquí en el Instituto nos estamos encontrando que hablar de investigación seria y de sus posibilidades a muchas empresas está facilitando la creación de relaciones y de oportunidades para la generación de conocimiento muy interesantes.