El juicio a Sam Bankman-Fried, fundador y CEO de FTX, termina con una condena a veinticinco años de prisión por uno de los mayores crímenes financieros de la historia de los Estados Unidos, y la evidencia de que el personaje tiene además cero remordimientos sobre unos actos que seguramente volvería a hacer si pudiese.
Una condena fundamental y muy necesaria a un personaje que aprovechó su popularidad para crear una narrativa de joven genio triunfador hijo de dos profesores de Stanford, y con ella, engañar a sus usuarios, llevarse su dinero y, en lugar de custodiarlo, invertirlo en activos sujetos a muchísimo riesgo. Mientras, creó otra compañía y se inventó su propia criptomoneda para tratar de pagar sus propias deudas con ella, y se ...