Me ha parecido interesante dedicar el retorno de mi columna de Expansión tras el parón vacacional a introducir el concepto de holacracia, ese nuevo esquema de gestión sobre el que ya escribí hace algo más de una semana y del que tanto se está comentando a raíz de la publicación de las intenciones de Zappos, compañía de mil quinientos trabajadores dirigida por el carismático Tony Hsieh, de implantarlo en el plazo de un año – lo que llevaría, entre otras cosas, a que el propio Tony Hsieh dejase de ser CEO. La columna se titula «Holacracia, sin cargos ni jefes» (pdf).
Entre los elementos fundamentales de la holacracia se encuentran la horizontalización, la transparencia radical, y la base tecnológica capaz de articular el esquema de coordinación que permite conocer qué responsabilidades tiene una persona determinada y qué tareas precisan de personas que se encarguen de ellas. Sin duda, un concepto provocativo en el contexto de un diario económico: compañías que abandonan el funcionamiento mediante el principio de autoridad y jerarquización que conocemos desde los orígenes de la organización empresarial, y entran en una dinámica de gestión mucho más adaptada a los tiempos actuales, en los que la flexibilidad, la agilidad y la innovación descentralizada definen el éxito de las compañías. Compañías que trabajan mejor sin cargos ni jefes, porque el mantenimiento de la jerarquía conlleva costes importantes, y los esquemas de división de trabajo en función de cargos se han convertido en un elemento político distorsionador que dedica más tiempo a reclamar sus competencias que a desarrollar ningún tipo de trabajo real.
No, la holacracia no sirve para todas las compañías. Para empezar, supone un trauma para todos aquellos que han vivido toda una vida profesional bajo la obsesión de progresar en el organigrama para alcanzar un cargo cuyas supuestas responsabilidades defender. Para los obsesionados por la estructura, los agobiados del «me has saltado en el organigrama al hablar de ese tema directamente con mi jefe», para los que necesitan un elemento como la autoridad que emerge de la altura a la que está su cajita en el organigrama para sentirse seguros. Pero sin duda, tampoco sirve para todos los trabajadores: si no estás dispuesto a que tus responsabilidades emerjan de tu propia motivación, o si necesitas la autoridad como elemento coactivo para hacer las cosas, ese sistema no es para ti.
La columna pretende ser simplemente una mención, una primera toma de contacto con el término para los lectores del diario. Para una inmersión más profunda, recomiendo los siguientes artículos:
- «The Power of Governance«, Brian Robertson
- «Zappos is going holacratic: no job titles, no managers, no hierarchy«, Quartz
- «The limits of leadership development«, Brian Robertson
- «The next big thing you missed: companies that work better without bosses«, Wired
- «Holacracy Constitution v. 4.0« (pdf), Holacracy.org
- «Holacracy Constitution in plain English«, Holacracy.org
- «Holacracy: how it works«, Holacracy.org
- «Evan Williams on building a mindful company«, Medium
A continuación, el texto completo de la columna:
Holacracia: sin cargos ni jefes
Imagine una empresa sin directivos y sin jerarquías. Una organización en la que los trabajadores, en cuyas tarjetas únicamente pone su nombre porque carecen de cargos definidos como tales, se organizan en círculos en los que adoptan uno o varios roles, y gestionan su trabajo en un entorno de transparencia radical.
Esa forma de organización, denominada holacracia, es la que algunas de las compañías más admiradas y avanzadas del mundo están empezando a plantearse, o directamente a adoptar. Zappos, la empresa del mítico Tony Hsieh, una habitual de la lista de las mejores empresas para trabajar, pretende implantar esta filosofía en su organización de más de mil quinientos trabajadores en el plazo de un año, y cree que con ello ganará eficiencia, flexibilidad y capacidad de adaptación.
Para la inmensa mayoría de los trabajadores, las organizaciones jerárquicas son la única realidad que han conocido en toda su vida profesional. Todos conocemos sus problemas: creciente burocracia, pérdidas de tiempo y eficiencia, luchas de egos parapetados tras cargos, obsesión por ascender en el organigrama… problemas que aceptamos porque no pensamos que exista otra forma de organización. Pero en realidad, mantener una jerarquía consume muchos más recursos que las ventajas que supuestamente aporta.
La realidad es que, dados los adecuados niveles de motivación y las necesarias herramientas de coordinación en forma de software, una organización puede ser muchísimo más eficiente y productiva sin necesidad de recurrir a esquemas basados en la autoridad. La tecnología juega un papel esencial: permite visualizar cómo los círculos, las tareas y las personas se conectan entre sí, para identificar qué está haciendo cada uno y qué tareas necesitan atención.
Nuevos tiempos, nuevos escenarios, y nuevas metodologías adaptadas a ellos. Pronto, en una compañía cercana.
(This post is also available in English in my Medium page, “This week’s Expansión column: holacracy, no job titles, no bosses«)
Desde luego es un concepto rompe-esquemas. Está en la línea del pensamiento disruptivo, imprescindible para adaptarse y sobrevivir en esta nueva civilización. La tendencia, que ya puede ir detectándose, es adoptar una vía intermedia entre las posiciones radicales que han conducido al viejo mundo hacia el desastre: capitalismo extremo y comunismo mal entendido. Una cooperación por el bien común, diseñada para el crecimiento sostenible y los beneficios racionales. En mi opinión puede ser el siguiente paso evolutivo de la humanidad, propiciado por la tecnología. ¿Una esperanza?
Un concepto que aparentemente puede parecer idílico pero que tras de sí no es así, o por lo menos en la mete de muchas personas.
Como bien dices, Enrique, no todas las empresas pueden adherirse a un modelo de gestión de RRHH como el que comentas, y dudo que nunca puedan hacerlo.
El Ser humano está codificado para los modelos verticales donde existen lideres y seguidores.
Muy interesante reflexión.
Me cuesta mucho creer que una organización o empresa puede funcionar con un organigrama totalmente horizontal, pero lo que si tengo claro es que un mal jeje es un obstáculo total para el funcionamiento de un departamento o empresa. Interesante
A mí me parece que con un buen grupo podría funcionar bien incluso mejor que con un sistema jerarquizado, pero también creo que conseguir un buen equipo de gente con buena mentalidad de equipo no es sencillo. A mí me parece una estructura frágil. Una lotería.
El concepto es absolutamente disruptivo.
He imaginado muchas veces lo maravilloso que sería una organización en la que cada miembro adquiriese autoridad en base a criterios como su formación, su vocación, su experiencia. En general, su solvencia profesional.
Pero ahora, que llega el momento en que algunas organizaciones lo aplican, me cuesta visualizarlo en la práctica del día a día. ¿Cómo, quién, reparte las responsabilidades? ¿Ante quién se reportan resultados?.
O me pierdo algo o esto es más viejo que el tebeo y se llama anarcosindicalismo ;-P
Ya en 2006… https://n-1.cc/file/download/600654 ;-)
#006 Casdeiro
En mi opinión más que anarcosindicalismo es cooperativismo, solo que el pertenecer a una holocracia, no implica que se tenga parte en el accionariado de la empresa. Uno de lo problemas que veo, como integrar en plan horizontal y en la misma planta, a quienes exponen su dinero y a quienes exponen el trabajo de medio mes como media.
Durante el franquismo se hicieron muchas cooperativas, porque el falanjismo era de creencias cooperativistas, sin embargo la gran mayoría de la cooperativas, (fundamentalmente agrarias), que se hicieron fracasaron y en la mayoría de los casos por una falta clara de liderazgo en la dirección, de modo que las directrices daban bandazos sin tener claros objetivos. Claro está, que como en todo, hubo sus excepciones y por ejemplo una que funcionó bastante bien, fue la de Mondragón, (industrial y no agraria), que ha aguantado hasta el año pasado en que se la llevó la crisis generalizada.
En algunas cosas me ha recordado a cosas de las que siempre habla Koldo Saratxaga : personas, equipos autogestionados,proyecto compartido y todas esas cosas que chocan con los modelos tradicionales de las empresas. Veremos la forma en que ZAPPOS implata estos temas. Muy interesante, gracias por las reflexiones Enrique. Un saludo
Todo esto se arreglaría más fácilmente si la mayoría de «jefes» no fueran o actuaran como gilipollas, que yo creo que es lo complicado. Pero bueno, si la cuestión es que cualquier innovación es directa e inherentemente mejor… El tortazo puede ser mayúsculo.
Desde el 15M ha tomado mucha relevancia los movimientos asamblearios transversales como receta para ahondar en los principios democráticos.
Hay quien nos tacha de «anarco-capitalistas». :-)
He vivido un profundo proceso de adaptación. Un demócrata tiene que respetar las decisiones de la mayoría y hay quien tiene miedo de que se vote, miedo a que su propuesta no sea aprobada.
No es nada fácil, pero con el tiempo surge una dinámica de trabajo dinámica y sin dependencias, donde todo el que quiere contribuye y quien no quiere confía en la manera que se trabaja, porque sabe que si hubiera querido decir algo o discutirlo, hubiera podido como lo han hecho otros compañeros.
Vemos con la crisis, lo dificil que resulta para la mayoria, acpetar las consecuencias negativas de las decisiones de González, Aznar, ZP y Rajoy.
Desde la Confederación Pirata aspiramos a «redistribuir la responsabilidad» como mecanismo de aceptación. Algunos recordarán el referendum sobre la OTAN, como muchos estaban en contra, pero al ser un referendum público en vez una decisión de un político, fue mucho mas llevadero aceptar el «si».
Si tan difícil es tomar decisiones acertadas, por lo menos que las consecuencias negativas sean mas llevaderas por parte de todos, con la sencilla idea de que todos podemos participar en la toma de esa decisión.
Y ya que estamos, dirigir una empresa no tiene tanto merito como para ganar 300 el sueldo mínimo… Demasiada caperucita fascistoide que piensa que tras una empresa que se hunde y quiebra, está el merito de un directivo que gana varios millones de Euros al año…
En efecto esto recuerda mucho al modelo que Koldo Saratxaga implantó en Irizar a comienzos de los años 90, salvo en el papel otorgado a la tecnología. Para Koldo era un obstáculo que dificultaba la interacción personal y por tanto la conexión de mentes y emociones.
El modelo funcionó bien bajo el excepcional liderazgo de Saratxaga, pero bajó mucho su rendimiento cuando éste abandonó la cooperativa. Una vez convertido en «gurú del management», Koldo y su equipo intentaron replicar lo conseguido con el «milagro Irizar» en otras organizaciones pero, si bien tuvieron buenos resultados en algunas de ellas, no terminaron de conseguirlo. La experiencia despertó el interés incluso de la Harvard Business School que lo convirtió en uno de sus casos de estudio. Parece, por tanto, que la idea de hacer realidad una organización sin cargos ni jefes no es nada sencilla.
En cualquier caso da la sensación que más que tecnología que al fin y al cabo «sólo» sirve para coordinar tareas, lo que se necesita es mucho liderazgo y mucha motivación por parte de los trabajadores.
Veo difícil aplicar este concepto en un tiempo breve, solo después de unos cuantos años de adaptación le veo alguna posibilidad y el esfuerzo de adaptación lo tendrán que hacer todos, trabajadores y jefes.
De un día para otro esto no funcionará.
Creo que el término en español es ‘holocracia’ y no ‘holacracia’.
Eso es una Cooperativa y llevan muchos años inventadas, solo le han añadido una capa digital.
Nuestro ADN tiene aspectos competitivos animales que no debemos perder pero tiene los correspondientes a la solidaridad humana (que andan de capa caida). Para el trabajo cooperativo o competitivo es necesario ir educando a las crías humans en función del futuro…y ahí volvemos a encontrar la pescadilla comiéndose la cola o el problema reptil de como dejar los huevos para una producción eficaz…ni siquiera somos capaces de vivir en DEMOcracia!!
Eso suena muy idilico, pero no es productivo. Siempre debe haber alguien que coordine el trabajo o te encontrarás con duplicidades y falta de cohesión entre los elementos. Cosa muy distinta seria crear una empresa sin cargos, pero que luego cada persona pueda proponer un proyecto y que otros se sumen adquiriendo el papel de lider uno de ellos. Siendo que cada uno decide que responsabilidades adquirir y a que proyecto dedicarse podrá elegir aquello en que es mejor o que más le motiva.
Una cosa es el liderazgo y otra muy distinta la tiranía de un jefe incompetente.
Solo he visto un comentario correcto, el de #006 Casdeiro, si compañero el tiempo nos ira dando la razon y una aclaracion la palabra cooperativa es una suplantacion al termino colectivo, que seria el nombre autentico de este sistema. Saud.
«Imagine una empresa sin directivos y sin jerarquías.»
Imagine un mundo sin guerras, ni hambre, ni enfermedades. ¿Desea recibir un ejemplar de La Atalaya? Parece mentira que los gurús de la tecnocosa estén tan desconectados de la realidad del mundo en que vivimos. Aquí en España funciona el argumento de autoridad; se hace lo que siempre diga el jefe, aunque lo que digan sean completas chorradas, y si le cuestionas te contestará muy educadamente: «¡Esto se hace así por mis santos cojones!»
Si consideramos que los comentarios pueden ser una muestra del sentir de la gente, no se augura un porvenir fácil a quienes pretendan implantar holocracias en este país , quizá sea más fácil en otros paises de sangre menos caliente y más demócratas como los nórdicos.
Yo lo veo con dificultades, pero no soy tan negativo como la media. Pero pienso que la falta de un arbitro, es decir alguien que diga la última palabra y tome una decisión, zanjando los temas, puede hacer que las discusiones sean inagotables y estériles, o bien ese liderazgo existe en las holocracias y la holocracia es solo un paripé, o un estado de comunión con el lider, como se da en algunos grupos sociales y religiosos.