Qu’on me donne six lignes écrites de la main du plus honnête homme, j’y trouverai de quoi le faire pendre.»
Atribuída a Armand Jean du Plessis, Cardenal-Duque de Richelieu y de Fronsac (9 de septiembre de 1585 – 4 Diciembre de 1642)
(«Dadme seis líneas escritas por la mano del hombre más honesto, y yo encontraré algo para hacerlo ahorcar.»)
No, el «si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer» no funciona. No funciona porque, en primer lugar, eso te obliga a vivir según unas reglas y a no salirte de ellas so pena de ser automáticamente convertido en sospechoso. No funciona porque los peores problemas de la democracia en nuestros días son la preservación del supuesto vínculo de representatividad y el «quién vigila al vigilante», de manera que en cualquier momento te encontrarás no solo con que los criterios para ser una «persona de bien» cambian, sino con que, además, aquella vigilancia supuestamente diseñada para preservar el bien ha sido utilizada para otros fines. Simplemente, bajo un gobierno, las reglas para no ser «sospechoso» son unas, pero bajo el siguiente gobierno pueden perfectamente ser otras.
El «si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer» no funciona, porque excluye precisamente a los que tienen mucho que ocultar, a los «malos». Todo sistema de vigilancia masivo tiene un problema: tiende a vigilar precisamente a los que no tienen nada que ocultar, pero no vigila, o vigila en un grado mucho menor, a los que sí lo tienen. Los archivos de la NSA (hi there, NSA, I love you, thanks so much for protecting me!!) están completamente llenos de registros de personas «normales» como tú y como yo, que no amenazan a nada ni a nadie, personas sobre las que nadie en sus cabales habría considerado justificado establecer una monitorización. Y sin embargo, estaban monitorizados. Estaban monitorizados sin mediar ningún tipo de orden judicial, estuviesen o no bajo la jurisdicción de las leyes norteamericanas. Estaban monitorizados en virtud de un único precepto: «porque podemos». Miente asquerosa y descaradamente el gobierno norteamericano cuando pretende convencernos de que existe una supuesta supervisión judicial. No es así. Teniendo en cuenta que el gobierno norteamericano ha utilizado esos sistemas de vigilancia para, entre otras cosas, beneficiar comercialmente a sus empresas frente a las europeas, es completamente evidente que ya no se puede confiar en lo que diga. El gobierno norteamericano se ha transformado en un monstruo disfuncional fuera de control, que vigila a los «normales» mientras los verdaderos peligros escapan a su control.
El «si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer» no funciona. Es una auténtica barbaridad, y como tal tenemos que entenderlo. Tenemos que descalificar esa absurda frase, ponerla en la lista de frases prohibidas, desconfiar de todo aquel que la diga o la piense. Porque no podemos estar en manos de un poder omnímodo que juzga en todo momento lo que hacemos, lo que leemos, lo que buscamos o con quien nos relacionamos. Un poder que además interpreta las cosas como quiere, en virtud de paranoias cambiantes que están fuera de nuestro control. Dales seis líneas de tu vida, y encontrarán algo para hacerte ahorcar. En los Estados Unidos ya han aprobado legislación para montar una increíble maquinaria de control, para tener acceso a cualquier tipo de datos de los ciudadanos, y hasta para obligar a los que colaboran en ello a guardar el secreto. Lo siguiente será crear leyes que castiguen a quienes interfieran con el sistema. Apoyados por todos aquellos que creen, erróneamente, que «si no tienen nada que ocultar, no tienen nada que temer», y por la auto-inmunidad que el propio gobierno se concede a sí mismo.
Lo único que puede salvarnos de un sistema así es la rebeldía, el profundo convencimiento de que un sistema así debe ser completamente desmantelado. Que tenemos que apoyar opciones que tengan entre sus objetivos luchar contra el desarrollo de un sistema así. Que piensen que la tecnología está para vigilar a quienes nos gobiernan, no para que quienes gobiernan nos vigilen a nosotros. Que el poder debe ser ejercido con responsabilidad, con sus correspondientes contrapoderes y equilibrios. Que otro sistema es posible. Que debe ser posible.
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